jueves, 31 de mayo de 2012

Mitos y dioses de Irlanda.

El ciclo mitológico.

El relato central del cuerpo de mitos irlandeses denominado por los especialistas como Ciclo Mitológico narra la Primero y Segunda Batalla de Magh Tuiredh (Moytirra). El mito trata sobre el enfrentamiento entre dos ejércitos de seres sobrenaturales y el establecimiento del órden cósmico y social.

El telón de fondo viene dado por el relato sobre cinco pueblos que invaden sucesivamente el país. En primer lugar aparece Cessair, hijo de Bith, hijo de Noé, cuarenta días antes del Diluvio. Perecen todos sus compañeros, salvo Fintan mac Bóchra, quien vive otros 5.500 años en forma de salmón, águila y halcón y actua como testigo de los subsiguientes acontecimientos.

La segunda invasión, 300 años después del Diluvio, corre a cargo de Partalón, descendiente de Jafet, hijo de Noé. Su pueblo establece un modo de vida ordenado: limpian y hacen habitables cuatro llanuras, descubren el ganado, construyen casas y elaboran cerveza. Los enemigos de esta raza son los formorianos, descendientes de otro hijo de Noé, Cam, a quien su padre maldijo. A consecuencia de dicha maldición, son seres monstruosos, de un sólo brazo y una sola pierna. Partalón y sus gentes son destruidos por la peste, no por sus enemigos, y sólo queda un superviviente, Tuan mac Sdairn.

Treinta años después de la invasión de Partalón aparece Nemhedh, cuyos descendientes son atacados con el paso del tiempo por los fomorianos en la isla que les sirve de fortaleza. La mayoría muere en el intento, pero quienes sobreviven a la batalla (treinta hombres) abandonan Irlanda y se dispersan: unos van a Gran Bretaña, las "islas septentrionales del mundo", y otros a Grecia.

Las dos siguientes invasiones están encabezadas por descendientes de Nemhedh. De quienes han sido reducidos a la esclavitud en Grecia proceden los FirBholg, los "Hombres de Bolsas o Sacos", nombre que reciben porque durante su exilio en Grecia los obligaron a dejar arable la tierra cubriendo las rocas con arena que llevaban en sacos. Tienen cinco jefes y dividen la tierra en cinco provincias, de donde deriva la división de Irlanda en Ulster, Leinster, Connacht, Munster y Meath, como centro. Dominan el país durante treinta y siete años e instituyen la monarquía. El último de sus reyes, Eochaidh mac Eirc, es el prototipo del buen monarca, que inicia una larga tradición en la que la fertilidad y justicia están vinculadas. En su reinado no llueve, tan sólo cae rocío, no hay ningún año sin cosecha y la falsedad es erradicada de Irlanda.

La quinta invasión corresponde a los Tuatha Dé Dannan, descendientes del pueblo que se autoexilia a las "islas septentrionales del mundo". Su llegada desencadena la Primera batalla de Magh Tuiredh, librada contra los Fir Bholg, en la que éstos son derrotados. Durante su estancia en las "islas septentrionales" los Tuathe Dé aprenden las artes de los druidas, la ciencia popular y los conocimientos demoníacos y llevan a Irlanda cuatro talismanes: La Piedra de Fál, que chilla cuando se sienta sobre ella un rey legítimo; la lanza de Lugh, que garantiza la victoria a quien la empuña; la espada de Nuadhu, de la que nadie puede librarse cuando se la saca de su vaina, y la Caldera del Daghdha.

La Primera Batalla, Sreng, un guerrero de los Fir Bholg, le corta el brazo derecho a la altura del hombro al jefe de los Tuatha Dé Dannan, Nuadhu, ocupa la jefetura y firma la paz con los Tuatha Dé, concediéndoles toda Irlanda excepto Connacht, que ocupa su propio pueblo, pero Nuadhu pierde el trono, porque un hombre con un defecto físico no puede reinar, y Bres ocupa su lugar.

Al poco tiempo Bres empieza a oprimir a su pueblo e incluso el Daghdha se ve reducido a escavar y construir una fortaleza para el monarca, Goirbre, un poeta, satiriza a Bres, quien se ve obligado a renunciar al trono y empieza a reunir un ejército de formorianos para luchar contra los Tuatha Dé. Mientras tant, el médico Dian Cécht fabrica un brazo de plata para Nuadhu, que recupera la corona pero abdica después en favor de Lugh, un forastero que impresiona a la corte de Tara con su destreza en todas las artes. Lugh sale victorioso de la Segunda Batalla y empuja a los formorianos al mar. Le perdona la vida a Bres, cuyo comportamiento ha desencadenado el conflicto, a cambio de que revele los secretos de la prosperidad agrícola, y el gran mito termina con dos profecías de Morrighan, diosa de la guerra, después de la batalla, una sobre el orden cósmico y la prosperidad y otra sobre el caos y el fin del mundo.

En la cosmología de La conquista de Irlanda, todas las invasiones preceden a la llegada de los gaélicos, los hijos de Míl. El hombre completo, Míl Espaine, es sencillamente un préstamo del latín miles Hispaniae, "soldado de Hispania" (se cree que Hibernia, término latino para designar a Irlanda, deriva del Iberia, o España). Los Hijos de Míl desembarcan en el suroeste de Irlanda en la fiesta de Beltane (1º de mayo) y vencen en combate a los Tuatha Dé Dannan. Después se dirigen hacia Tara e infligen la derrota final. A continuación, el poeta Amhairghin divide Irlanda en dos y adjudica la mitad subterránea del país a los Tuatha Dé Dannan, que se exilian a las montañas y regiones de las hadas.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Cernunnos, el dios con cuernos.

Cernunnos, "el Cornudo" es un nombre que se aplica a diversas imágenes de un dios con cuernos. El Señor de los Animales (domésticos y salvajes), dador de la fruta, el grano o el dinero, dios de la fertilidad y la abundancia. Se le ha equiparado con Dis Pater, dios de los muertos, y casi con toda certeza es anterior a sus representaciones célticas.


Por lo general, los cuernos simbolizan agresividad y virilidad. En un cuento popular gaélico, unos viajeros comen una manzanas que encuentran en una isla misteriosa e inmediatamente les salen cuernos. Según una leyenda histórica escocesa, a los guerreros que se preparan para el combate les nacen repentinamente estos apéndices.

La primera representación de Cernunnos que se conoce es un grabado sobre roca del siglo IV a.C. hallado en el norte de Italia, en el que aparece un dios cornudo con una tira retorcida de metal precioso conocida como torques en ambos brazos, atributo común a las figuras divinas, que normalmente llevaban en el cuello. Lo acompañan una serpiente con cabeza de carnero y una figurilla con el pene erecto.

El nombre de Cernunnos solo se ha encontrado en una ocasión, en un relieve dedicado por unos marineros de principios del siglo I. El dios tiene orejas de ciervo y de cada cuerna cuelga un troques.

En muchos casos se le representa acompañado de animales, a veces de un toro. En un relieve de Reims aparece sentado como un Buda, flanqueado por Mercurio y Apolo, y a sus pies tiene un ciervo y un toro, animales que comen de un gran saco de cuya abertura sale algo que parece grano. En otras representaciones galas aparece el dios cornudo sentado y entrelazado con dos serpientes con cabeza de carnero que comen de un montón de fruta que tiene en el regazo.

Tengo que destacar dos representaciones británicas. Un relieve en piedra del suroeste de Inglaterra muestra al dios con las piernas formadas por dos grandes serpientes con cabeza de carnero encaramadas sobre unas bolsas de dinero abiertas a ambos lados del dios. En una moneda de plata del sureste de Inglaterra fechada h 20 aparece la deidad con una rueda entre los cuernos. Como la rueda es un símbolo solar, esta imagen quizás represente la fertilidad y el renacer de la tierra en primavera.

La asociación con la serpiente tiene connotaciones interesantes, ya que este animal es un símbolo muy extendido de fertilidad y renacimiento, vinculado con los infiernos. En la tradición gaélica, reaparece el día de Santa Brígida, señalando el regreso de la primavera. Por tanto, la serpiente con cabeza de carnero vinculada a Cernunnos tiene un simbolismo doble, de virilidad y renovación.

lunes, 28 de mayo de 2012

El panteón Celta.

Miscelánea de dioses.


Los druidas, la casta sacerdotal celta, pensaban que todos descendían del dios dios de los muertos, en irlandés  Donn, "el Oscuro", pero el título de "Gran Padre" se reserva en este idioma para el Daghdha, "el Buen Dios", protector de la abundancia y la fertilidad. La consorte de Sucellos, "el Gran Golpeador", es Namtosvelta, diosa de un río.

Cesar denomina "Minerva" a la protectora gala de las aves y las técnicas, y salta a la vista que su equivalente irlandesa es Brighid, hija de Daghdha. Algunos autores contemporáneos identifican a Oenghus, hijo del  Daghdha, con el dios del amor, debido en parte al papel que desempeña al ayudar a los amantes Diarmaid y Gráinne.

El irlandés Nuadhu Airgedlámh (el equivalente galés es Nudd Llaw Eireine) es una de las figuras más destacadas del llamando Ciclo Mitológico. Dios-antepasado y rey de su pueblo, pierde un brazo en la batalla contra los invasores y lo sustituye por otro de plata, su epíteto significa "el Brazo o (Mano) de plata".

El galo Taranis es "el Tronador", equiparado con Júpiter por los romanos, y está muy extendido, pero no se lo encuentra en Irlanda.

Ogmios, vinculado en la Galai con la elocuencia, podría estar relacionado con el dios irlandés Oghma, supuesto inventor del alfabeto Oghma, a base de muescas y rayas grabadas sobre piedra o madera.

Se conocen pocas deidades de la tradición narrativa irlandesa con funciones claramente definitivas. Dian Cécht es el Medico Divino, que cantaba sus conjuros sobre un pozo al que se lanzaba a quienes habían recibido una herida mortal y del que salían curados. Goibhniu es la figura principal de una tríada de dioses-artesanos formada también por Luchta y Creidhne, además de anfitrión de la Fiesta del Otro Mundo, en la que quienes tomaban una bebida embriagadora obtenían la inmortalidad. Manannín está vinculado con el océano y la travesía al Otro Mundo, lugar de regocijo, y Mapono, venerado en la Galia y Británia y equiparado con Apolo, es el Joven Divnino, el equivalente del irlandés Oengus.

domingo, 27 de mayo de 2012

El mundo Celta.

"Céltico" es esencialmente un término lingüístico, y las regiones célticas son las áreas de Europa y Asia Menor en las que se han hablado lenguas célticas en diversas épocas, desde Irlanda al oeste Turquía al este.

Por desgracia, no existe un sistema único de mitología pancéltica. Hay ciertas similitudes entre las deidades galas consignadas por los romanos y los dioses de las literaturas "insulares" (es decir, las de las islas Británicas e Irlanda), pero estas correspondencias rara vez son sencillas y carentes de toda ambigüedad.

En realidad, la interpretación romana de los cultos célticos arroja más oscuridad que luz sobre el tema. Cuando Julio César presenta un panteón galo con supuestas precisión y claridad clásica, lo que hace es reducir una multiplicidad de deidades a una uniformidad derivada de prejuicios romanos, además de asignar nombres latinos a los dioses galos.

Cabe la posibilidad de que los celtas del continente rindieran culto a deidades locales, tribales. Cuando en una inscripción gala aparece el nombre de un dios romano, en algunos casos podrían referirse a una deidad local equiparada a un dios romano y en otros a una deidad pancéltica con nombre romano.

Según César, el mayor de los dioses célticos es el que él denominaba Mercurio, casi con toda certeza Lugus, el irlandés Lugh. En opinión de la mayoría de los expertos, "Lugus" significa "el Brillante", y se adoraba al sol como dador de vida y protector de la fertilidad y la curación, con la rueda como símbolo.

Como no se han conservado mitos célticos del continente en forma de narraciones, los relatos insulares revisten una importancia especial como fuente de la tradición mitológica. Sin embargo, existen dudas sobre su exactitud. En galés, se ha demostrado que algunos relatos de la colección medieval Mabinogion están basados en cuentos populares del mundo entero, muy conocidos, y por consiguiente, no pueden tomarse como mitos con plena confianza. No cabe duda de que las primitivas sagas irlandesas recurren, a elementos arcaicos, pero en la actualidad se consideran ficciones literarias características de la primera civilización cristiana de Europa.

sábado, 26 de mayo de 2012

Mitos de la historia de Roma.

Resulta difícil definir con precisión los límites entre la historia temprana y la mitología romana. Al igual que ocurre con los relatos británicos sobre el rey Arturo o el rey Alfredo, los elementos reales se entretejen con los legendarios. Muchos de los relatos que los escritores romanos trataron como "historia" se considerarían en la actualidad como "mitos", y contienen muchos de los temas que se encuentran en las mitologías del mundo entero. En estos relatos destaca el papel de las mujeres, su castidad o sus traiciones.


En el transcurso del conflicto entre romanos y sabinos que siguió al rapto de las sabinas, una romana de nombre Tarpeya, hija del comandante al cargo del Capitolio, intentó traicionar al la ciudad. Al ver a Tito Tacio en el campamento enemigo se enamoró de él y accedió a dejarle entrar en la ciudad a cambio de que se casara con ella. Según otra versión, la motivó la codicia: deseaba los brazaletes de oro de las sabinas y pidió "lo que llevaban las sabinas en el brazo izquierdo". Tito Tacio traspasó las defensas de Roma con su ayuda, pero se negó a recompensarla por su traición y Tarpeya murió aplastada por los sabinos, que, efectivamente, le arrojaron, "lo que llevaban en el brazo izquierdo": escudos, no brazaletes. Se dio su nombre a una roca de la colina Capitolina, la "Roca Tarpeya", desde la que se arrojaba a los traidores y asesinos condenados a muerte.

El último rey de Roma, Tarquino el Soberbio, fue depuesto por la virtud de una romana, Lucrecia. El hijo del rey quería acostarse con ella, a pesar de que estaba casada y de que era sobradamente conocida su inquebrantable fidelidad. Fue a su casa mientras el marido luchaba en la guerra y la mujer lo recibió hospitalariamente; pero después él la sujetó, espada en mano, y le rogó que hicieran el amor. Lucrecia lo rechazó y el joven ideó una forma irresistible de chantaje: la amenazó con matarla, pero no sólo a ella, sino a uno de sus esclavos y dejar sus cuerpos juntos, para que pareciera que una dama de la nobleza había sido sorprendida en pleno adulterio con un sirviente. Ante el inminente escándalo, Lucrecia cedió, pero una vez que el violador se hubo marchado, llamó a su padre y a su marido y les contó lo ocurrido. A pesar de los ruegos de los dos hombres, quienes le aseguraron que era inocente, Lucrecia se suicidó.

En venganza, sus familiares se rebelaron contra el rey, que huyó a la cercana ciudad de Caere. La monarquía fue derrocada y el marido de Lucrecia fue uno de los primeros magistrados (los cónsules) del gobierno "republicano libre" que se estableció en su lugar. La violación de Lucrecia sirvió como mito de fundación de la nueva república, y a partir de entonces se adoptó una actitud hostil en Roma hacia el título de "rey".

Mas adelante, el rey Clusio, en una tentativa de restaurar a Tarquino en el trono, sitió la ciudad de Roma, pero, según la leyenda, fue derrotado por el heroísmo de Horacio Cocles, quien con dos hombres rechazó al enemigo cuando se aproximaba al puente del Tiber.

viernes, 25 de mayo de 2012

Rómulo y los reyes de Roma.

La loba y los mitos del pasado.


El nombre de la ciudad de Roma deriva de Rómulo, su legendario fundador. Él y su hermano gemelo Remo eran hijos de Rea Silvia, una mujer de linaje real de Alba Longa y del dios Marte, que la sedujo en una gruta sagrada en la que Rea buscaba agua. Cuando el tío de ésta, Amulio, observó su misteriosa preñez, la encarceló, y en cuanto nacieron los niños la obligó a que los abandonara a orillas del Tiber para que muriesen.

Encontró a los gemelos una loba, que los amamantó hasta que los descubrió un pastor, Fáustulo, que los crió como a sus propios hijos. Al crecer, Rómulo y Remo se dedicaron al robo, y en una ocasión atacaron a unos pastores de Amulio que apacentaban sus rebaños en la colina Aventina (parte de la futura Roma). Capturaron a Remo y lo llevaron ante Amulio, y Fáustulo eligió aquel momento para explicarle a Rómulo las circunstancias de su nacimiento (según ciertas versión, había presenciado el abandono). Tras oír la historia, Rómulo fue a rescatar a Remo, asesinó a Amulio y asignó el trono vacante de Alba Longa a su abuelo, Numitor.

Rómulo y Remo decidieron fundar su propia ciudad en el lugar en el que los había recogido la loba, pero entre ambos surgió una disputa sobre la localización exacta, Rómulo, que había recibido una señal de los dioses, empezó a marcar los límites en el punto elegido, en la colina Palatina, pero Remo saltó sobre el foso (el pomerium original) como para demostrar la debilidad de sus defensas. Al ver semejante sacrilegio, Rómulo lo mató y pasó a ser el único rey de la nueva ciudad.

Su problema más inmediato radicaba en la mano de obra: tenía que poblar Roma. Para ello estableció un refugio en el que podían residir delincuentes y proscritos de toda Italia en calidad de primeros ciudadanos, y para encontrar suficientes mujeres recurrió a una estratagema. Invitó a las gentes de los alrededores -las tribus sabinas- a celebrar una fiesta religiosa conjunta y en mitad de los actos dio una señal a sus hombres para que raptasen a las mujeres en edad de contraer matrimonio.

En respuesta, Tito Tacio, rey de los sabinos, reunió a su ejército e invadió el territorio romano. Tras diversos enfrentamientos, en el trascurso de los cuales los sabinos penetraron las defensas romanas de la colina Capitolina, las sabinas, ya esposas romanas, decidieron intervenir y rogaron a sus padres y maridos que cesaran las hostilidades. Se hizo la paz y los dos pueblos se unieron, Tito Tacio reinó conjuntamente con Rómulo hasta su muerte, acaecida poco después de la guerra. A continuación, Rómulo quedó al frente de toda la comunidad y reinó treinta y tres años más, en calidad de primer rey de Roma.

jueves, 24 de mayo de 2012

Eneas y Dido.

En el transcurso de su viaje por el Mediterráneo, antes de arribar a Italia, Eneas desembarca en Cartago, al norte de África, y allí, según Virgilio, se enamora de la reina Dido.

Dido era fenicia de nacimiento, de la ciudad de Tiro. Obligada a huir de su patria tras el asesinato de su esposo, estaba terminando de construir una nueva ciudad en Cartago cuando Eneas y sus hombres fueron arrastrados hasta la playa próxima. Los recibió generosamente y casi de inmediato se enamoró del troyano. Alentada por su hermana, Ana, empezó a aceptar su deseo por el extranjero y a esperar que la pidiera en matrimonio.

Un día, cuando Eneas y ella estaban de caza, se desencadenó una tormenta y ambos se refugiaron a solas en una cueva. Hicieron el amor mientras rugía la tempestad y a partir de entonces vivieron juntos como marido y mujer y Eneas actuó casi como si fuera el rey de Cartago.

Cuando llegó el mensajero de los dioses a recordarle a Eneas su deber, fundar una nueva Troya en Italia, el troyano decidió abandonar a su amada y continuar su viaje. Dido descubrió enseguida sus intenciones y le recriminó su traición. Aunque profundamente afligido, Eneas sólo pudo argumentar que los dioses le obligaban a marchar y rogarle que no hiciera su partida aún más dolorosa.

Desesperada, Dido resolvió suicidarse. Erigió una enorme pira funeraria, simulando que estaba destinado a un rito mágico para recuperar a Eneas o al menos para curarse de su amor. Tras una noche de insomnio, vio que el barco de Eneas ya había levado anclas. Maldiciéndole y rogando por la eterna enemistad entre Cartago y los descendientes del troyano, subió a la pira, cogió la espada de su amante y se infligió una herida mortal.

Eneas no escapó por completo de Dido. En su viaje a los infiernos, vio al fantasma de la reina e intentó una vez más justificar su conducta, pero Dido se negó a hablarle y volvió con el fantasma de su marido.

La leyenda de Dido y Eneas presenta estrechos vínculos con la historia política y militar de Roma: el ruego de la reina por la enemistad entre Roma y Cartago proporcionó una justificación mitológica para la guerra entre ambas ciudades durante el mandato de Anibal (218-201 a.C.)

lunes, 21 de mayo de 2012

La fundación de Roma.

El destino de Eneas el troyano.

En la mitología griega, Eneas es un héroe troyano de importancia secundaria en el conflicto entre Grecia y Troya, hijo de Anquises y Afrodita, quien profetizó antes del nacimiento del niño que un día reinaría sobre los troyanos y sería predecesor de una dinastía eterna. Al menos desde el siglo III a. C., en Roma se le consideraba fundador mítico de la raza romana, historia que se narra en el gran poema épico latino La Eneida, escrito por Virgilio, en el siglo I a. C.

Cuando los griegos destruyeron la ciudad de Troya, Eneas escapó con vida llevando a la espalda a su padre y en los brazos a su hijo, Ascanio, y las imágenes de sus dioses ancestrales. Inició una larga y peligrosa travesía por el Mediterráneo (el anciano Anquises murió en el camino) y llegó a Cumas, Italia. Allí consultó a la Sibila, sacerdotisa de Apolo, quien le sirvió de guía en su visita a los infiernos, donde, según Virgilio, se reunió con su padre, quien le habló de la futura grandeza de la raza que estaba destinado a fundar y le mostró las almas de famosos romanos del porvenir, que esperaban a nacer.

Eneas, volvió a levar anclas en Cumas y arribó al reino itálico de Lacio, cuyo rey, Latino, le prometió la mano de su hija, Lavinia, quien, según la predicción de un oráculo, habría de casarse con un príncipe extranjero. Pero Lavinia había sido prometida anteriormente a Turno, jefe de los rútulos, otra tribu itálica, y en parte a consecuencia de este insulto a Truno estalló una guerra, en el transcurso de la cual Eneas y Latino firmaron una alianza con Evandro, rey de Palanteo, emplazamiento de la futura ciudad de Roma. Por último, Eneas dio muerte a Turno en combate singular.

La obra de Virgilio acaba con la derrota de Turno, pero existen tradiciones que narran el resto de la historia de la creación de la dinastía iniciada por Eneas, el algunas de las cuales el héroe aparece como fundador de la propia Roma. Pero, según la más extendida, Eneas estableció la ciudad de Lavinium (en honor a su prometida) y su hijo Ascanio, fundó una segunda ciudad, Alba Longa.

Sin duda, el propósito de estos relatos, en los que Eneas y Ascanio aparecen como fundadores de los primeros asentamientos troyano "prerromanos" en Italia, consistía en hacer compatible la historia del héroe con el otro relato sobre la fundación de Roma, por Rómulo, que descendía de la línea real de Alba Longa.

Eneas constituía un símbolo importante de los valores morales romanos, sobre la piedad que demuestra el heroico rescate de su padre, y la perseverancia y el sentido del deber que caracterizan sus primeros esfuerzos por fundar la raza romana, simbolismo que se puso de relieve de forma muy especial en el reinado de Augusto (31 a. C. - 14 d.C.), su familia, los Julios, aseguraban descender directamente de Eneas. En uno de sus proyectos arquitectónicos más impresionantes, el "foro Augusto", el emperador colocó estatuas no sólo de Eneas, sino también de Ascanio, de los siguientes reyes de Alba Longa y de otros antepasados que representaban su vinculación directa con el fundador de Roma.

En el relato de Virgilio sobre Eneas se cuenta la aventura amorosa del héroe troyano con Dido, reina de Cartago. Probablemente, en otras versiones anteriores de la historia de Dido Eneas no representaba ningún papel, y al unir los dos personajes, Virgilio creó una de las leyendas romanos de mayor renombre.

domingo, 20 de mayo de 2012

La Gran Madre.

Una de las deidades más exóticas que se introdujeron en Roma fue la Gran Madre (Magna Mater), tomada del Asia Menor (actual Turquía) en 204 a. C. Muchos escritores romanos describieron su llegada a Roma , y los increíbles acontecimientos que la rodearon. El siguiente relato procede en gran parte del poeta Ovidio, que vivió en el siglo I a. C.


Con la esperanza de vencer en la guerra contra los cartagineses encabezados por Anibal, los romanos consultaron a un oráculo local, que dio una extraña respuesta: "La madre está ausenta: buscad a la madre: Cuando venga debe ser recibida por manos castas". Desconcertados, pidieron una segunda opinión al oráculo de Delfos, que les aconsejó que "recogieran a la Madre de los Dioses, que se encuentra en el monte Ida". Enviaron una embajada al rey Átalo, en cuyo territorio se alzaba el monte Ida, y le preguntaron si podían llevarse la imagen de la Gran Madre a Roma.

Átalo les negó el permiso, pero la diosa habló milagrosamente y dijo que era su deseo partir. Aterrorizado ante sus palabras, el rey dio su consentimiento y se construyó un barco para que transportara la preciada carga.

La larga travesía por el Mediterráneo finalizó en Ostia, el puerto de Roma en la  desembocadura del Tiber, donde se congregaron todos los ciudadanos para recibir a la diosa. Intentaron empujar la embarcación hasta la orilla, pero estaba encallada en el lodo y no se movía. los romanos temieron no poder cumplir los términos del oráculo; pero apareció Claudia Quinta, una mujer noble a la que se había acusado injustamente de no ser casta basándose en que vestía con demasiada elegancia y en que tenía la lengua demasiado afilada en las discusiones con los hombres. Sabiéndose inocente, llegó a la desembocadura  y alzó las manos suplicando a la Gran Madre. ¡Si soy inocente de todas las acusaciones, ven a mis castas manos, oh diosa!, exclamó: Liberó el barco sin esfuerzo y la imagen fue escoltada hasta el nuevo templo.

Los romanos siempre tuvieron una actitud ambigua ante la Gran Madre. Por un lado, su culto extático, con sacerdotes que se autocastraban, y la mística y las danzas frenéticas se les antojaban demasiado extrañas; por otro, debido a que su tierra natal, junto a Troya, era el origen en ultima instancia de la raza romana (según la leyenda de Eneas) la consideraban deidad "nativa"

jueves, 17 de mayo de 2012

Dioses y diosas.

Un panteón prestado. Dioses domésticos y virtudes cívicas.


No es simple coincidencia que las deidades más importantes del panteón romano tuvieran un carácter semejante al de las griegas. Algunas se importaron directamente del mundo griego: Esculapio, por ejemplo, dios de la medicina, deriva del griego Asclepio, y entro en Roma en el 293 a. C., siguiendo las instrucciones de un oráculo tras una peste devastadora.

Otras deidades nativas se sometieron a reinterpretaciones graduales, a medida que fueron aumentando los contactos de Roma con Grecia y se convirtieron en equivalentes de dioses griegos concretos (Júpiter, por ejemplo, es el equivalente de Zeus, y Venus de Afrodita), Palas Atenea se transformó en Minerva, protectora de las artes, entre los etruscos, cuya civilización prerromana floreció al norte del Tiber en el siglo VI a. C., y los romanos tomaron a esta diosa de sus predecesores etruscos. A Diana, diosa de los bosques itálicos, se la identificaría con el tiempo con la diosa griega Artemisa, y Apolo, el dios de la luz y el intelecto, también llegó a los romanos por mediación de los etruscos, pero no ocupó un lugar destacado hasta la época del emperador Augusto, a comienzo del siglo I de nuestra era.

No existían mitos nativos en los que estas deidades derivadas desempeñasen un papel. De vez en cuando se aparecían a los humanos en visiones o tomaban partido por los romanos en la guerra (como la intervención de Cástor y Pólux en la batalla del lago Regillus, en el 496 a. C.), pero la mayoría de los mitos que los romanos tejieron en torno a sus dioses eran préstamos griegos o tímidas invenciones según el modelo griego. Los relatos poéticos de transformación de Ovidio, La metamorfosis (43 a. C. - 17 d. C.), constituyen vivos disfraces romanos de mitos helenos, y entre ellos destaca el que cuenta que Júpiter engaña a su esposa Juno (la Hera griega) convirtiendo a su amante, Ío, en vaca, o la transformación de la ninfa Dafne en laurel por escapar a los deseos de Apolo, o la historia del cazador Acteón, castigado por haber visto desnuda a Diana a convertirse en ciervo y a ser descuartizado por sus propios perros.

Los dioses romanos carecen de personalidad propia. Tal y como aparece en La Eneida de Virgilio, Júpiter no posee el carácter tiránico ni los instintos libidinosos de Zeus, ni Venus la sensualidad ni la crueldad de Afrodita. A diferencia de su equivalente griego, el dios de la guerra Ares, a Marte se le asocia con la agricultura, un reflejo de la preocupación romana por las virtudes cívicas y las responsabilidades comunes. Presenta además un aspecto patriótico como padre de Rómulo, primer rey de Roma. Y los antiguos dioses del hogar, los Lares, eran especialmente oscuros. Sus santuarios, muy frecuentes en las casas, solían decorarse con estatuas o pinturas de figuritas vestidas con una túnica corta acampanada y un cuerno y una vasija para las ofrendas en las manos, pero esas deidades no desempeñaban ninguna función en las narraciones míticas, no se les asignaba nombres individuales e integraban un grupo indiferenciado. Tampoco existían mitos relacionados con las deidades que personificaban las cualidades humanas, como Fides ("fe"), Honos ("honor"), Spes ("esperanza") y similares. Se trataba de simples cualidades emblemáticas, a las que debían sus nombres.

Además de los dioses del hogar, había otras deidades menores asociadas con diversas actividades humanas. En su ataque al paganismo, san Agustín, las consideraba temas especialmente apropiados para la ridiculización. Confeccionó una lista con ingente cantidad de deidades triviales que supuestamente vigilaban la noche de bodas de una mujer romana. Domidicus (el dios que "encabeza el hogar"), Subigus (el dios que "somete") Prema (la diosa que "sujeta"), etcétera. Nunca se las representaba con forma humana y no constituían material para la creación de mitos.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Roma.

El imperio romano dominó la mayor parte de la Europa moderna y otras regiones durante los primeros cuatro siglos de nuestra era. La ciudad de Roma tenía un millón de habitantes y el imperio abarcaba cincuenta o más, que hablaban más de cien lenguas además del latín, idioma de la administración central.

El alcance de la influencia de Roma constituye un punto crucial para comprender su mitología, y no podría haberse mantenido un cuerpo único de tradiciones mitológicas y religiosas en un área tan extensa. Los mitos egipcios de Isis y Osiris, los griegos de Edipo y Agamenón, los celtas que se contaban en la Galia (actual Francia) y Britania eran, en cierto modo, romanos: los habitantes del imperio, o de algunas partes del imperio, podían considerarlos propios.

Los romanos asimilaron los mitos de los pueblos conquistados. Para el observador contemporáneo, el resultado de tal proceso es una serie de imágenes en apariencia contradictorias: templos de deidades latinas nativas junto a los dioses griegos u orientales; sacerdotes "romanos" de alto rango codo con codo con los sacerdotes vistosos y extraños de la Gran Madre, que se autocastraban. No puede extrañar que algunos romanos debatieran sobre la "auténtica" religión o mitología romana.

Pero en esta cultura tan ecléctica se consideraban claramente romanos una serie de mitos; el más conocido de los cuales trata sobre la fundación de la ciudad (sobre Eneas y Romulo) y sobre los héroes legendarios de las épocas primitivas. Para los romanos, el mito más importante era el de la historia de su ciudad.

martes, 15 de mayo de 2012

Orfeo y los órficos.

Uno de los mitos sobre metamorfosis más difundido es el de Orfeo y Eurídice, en el que el gran músico logra que su amada vuelva de la muerte en los infiernos, pero la pierde de nuevo. El propio Orfeo regresa de la muerte a una vida eterna, si bien desmembrado.

El tracio Orfeo era hijo de Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia, y considerado el mejor de los cantores. Se casó con Eurídice, cuya muerte le embargó de tal aflicción que fue a los infiernos con su lira. Su música y sus cantos convencieron a los dioses de la muerte de que permitieran a Eurídice regresar a la tierra, a condición de que Orfeo no volviese la vista a tras mientras la llevaba a la luz. Pero al llegar a la salida de os infiernos, Orfeo, rebosante de amor y temor, se dio la vuelta y miró a Eurídice, que fue arrastrada a los infiernos para siempre.

Transido de dolor, Orfeo rechazó a todas las mujeres, actitud que ofendió de tal modo a un grupo de tracias que lo desmembraron, más en vano, pues su cabeza cortada y su lira siguieron cantando. Sobre la cabeza de Orfeo se construyó un templo, en el que se hacían profecías.

Se considera a Orfeo fundador de una religión mistérica, el orfismo.

lunes, 14 de mayo de 2012

Transformaciones.

Mitos sobre metamorfosis


En la mitología griega suele llegarse a un punto crucial en la narración cuando un personaje cambia de forma, convirtiéndose por los general en una planta, un animal o un accidente de la naturaleza. Entre los mitos más conocidos sobre metamorfosis destaca el de Alcíone (o Halcíone) y su esposo, Ceix que decidieron autodenominarse Hera y Zeus, por lo que los dioses los convirtieron en aves marinas. Todos los inviernos, durante siete días, Eolo, rey de los vientos, mantenía las olas en calma para que Alcíone, que se había convertido en martín pescador o halción, pudiera empollar los huevos tranquilamente.

La ninfa Eco interviene en dos mitos de metamorfosis. En el más famoso, su torrente verbal distrae a Hera durante el tiempo suficiente para que Zeus abandone el escenario de una de sus aventuras amorosas sin ser descubierto por su esposa. En castigo, Hera le deja a Eco sólo un hilo de voz. La ninfa se enamora perdidamente de Narciso, el bello hijo del dios del río Cefiso, pero cuando intenta seducirlo se limita a repetir las últimas palabras del joven. Languidece y se consume, hasta que sólo queda el eco de su voz. Maldice a Narciso, quien más adelante se asoma a un estanque y se enamora del reflejo de su imagen, que no puede poseer. El también languidece y al morir se transforma en la flor que lleva su nombre.

En el segundo mito de metamorfosis, A Eco la persigue Pan, dios de los bosques y prados, que suele aparecer representado con patas y cuernos de cabra. La ninfa lo rechaza y el dios enloquece a un grupo de pastores, que destrozan a Eco, y lo único que queda de ella es el lamento de su voz, que resuena en las montañas.

Hera también interviene en el mito de Io, amante de su marido, Zeus. Ío es así mismo hija del dios de otro río, Ínaco. Zeus la desea y adopta la forma de nube para copular con ella, pero como Hera empieza a sospechar, intenta engañarla transformando a Ío en una hermosa novilla blanca. Simulando que se cree la estratagema, Hera le pide a Zeus que le regale el animal, y una vez que tiene a Ío en sus manos ordena a Argos, monstruo de cien ojos, que la vigile constantemente. Para liberar a su amante, Zeus se procura la ayuda del astuto Hermes, que adormece a Argos contándole cuentos y le corta la cabeza. Hera entonces envía un tábano que atormenta a Ío, quien, enloquecida por el insecto, recorre el mundo hasta llegar a Egipto. Allí, Zeus le devuelve su forma humana con una suave caricia (epafein), que al mismo tiempo la deja embarazada de Épafo, fundador de las familias reales de Egipto y Argos y antepasado de las Danaides.

Se cuenta que Tiresias, el más famoso vidente del ciclo tebano, vivió durante siete generaciones. Según cierto relato, ve a dos serpientes apareadas y al golpear con el bastón se transforma en mujer. Al cabo de ocho años se topa con las dos mismas serpientes también copulando, vuelve a golpearlas y recupera la forma de hombre.

Más adelante, Zeus y Hera discuten un día sobre quién recibe más placer en el sexo: según Hera, las mujeres mucho menos que los hombres. Consultan a Tiresias la única persona que conoce el tema desde los dos puntos de vista, y su respuesta, que las mujeres disfrutan nueve veces más, enfurece tanto a Hera que lo deja ciego.

Pero su ceguera queda compensada con el don de la profecía y es Tiresias quien revela que Edipo ha matado a su padre y se ha casado con su madre.

domingo, 13 de mayo de 2012

Centauros y Amazonas.

Centauros y Amazonas eran seres fabulosos que subvertían las normas de la conducta civilizada. Se enfrentaban con frecuencia a los héroes, y tanto la centauromaquia (batalla de los Centauros) como la amazonomaquia (batalla de las Amazonas) se repiten con frecuencia en el arte y la mitología.

Los Centauros, descendientes de Ixión, tenían torso de hombre y cuerpo de caballo. Se les asociaba con la licencia sexual y la violencia. En la boda de Perifante, rey de los lapitas, los Centauros intentaron raptar a la novia y se desencadenó una batalla en la que Teseo ayudó a los lapitas. Pero existían algunos centauros bondadosos y sabios, como Quirón, que educó a varios héroes, Jasón, y Aquiles entre ellos, y Folo, anfitrión de Heracles, cuya visita acabó con una nota desagradable cuando otros centauros quisieron compartir el vino que Folo había ofrecido al héroe, que acabó derrotándolos. Otro centauro, Neso, fue el causante de la muerte de Heracles.

Las Amazonas mujeres belicosas que vivían en el oriente y se vestían frecuentemente como los persas (eran, por consiguiente. "barbaras"): montaban a caballo, cazaban y saqueaban y no cultivaban la tierra. Solían utilizar el arco, y según ciertas versiones, se cortaban un pecho para facilitar el tensado del arma.  (Según ciertas fuentes, Amazona significa "sin un pecho", pero siempre se representa a estas mujeres con dos). Tenían a los hombres como esclavos y los utilizaban para procrear durante un mes al año. Abandonaban a los niños recién nacidos y criaban a las niñas como a sus madres. En La Ilíada, Aquiles mata a la reina de las Amazonas, Pentesilea, y a los viajeros que iban a Atenas se les enseñaban las supuestas tumbas de las Amazonas que habían caído en combate contra Teseo.

viernes, 11 de mayo de 2012

Ixión.

Otro destacado transgresor sexual fue Ixión, rey de los lapitas, raza fabulosa de Tesalia. Intentó violar a la diosa Hera, pero ella lo engañó poniendo en su cama una nube con su forma, con la que copuló Ixión, borracho. Zeus le castigó por su delito castigándolo a estar atado a una rueda ardiente que giraría eternamente en los infiernos. El fruto de la unión de la nube e Ixión fue Centauro, que más adelante cometería también una transgresión sexual al copular con una yegua, de la que nacería el primer centauro.

jueves, 10 de mayo de 2012

Edipo.

Edipo es el transgresor sexual más destacado de la mitología griega, y la versión más famosa de su historia es la que cuenta Sófocles en Edipo rey. Edipo constituye el ejemplo característico del héroe griego poseedor de todas las cualidades nobles y heroicas pero condenado por el destino a cometer graves delitos contra el orden natural. Tebas, lugar en el que se desarrolla la narración, es un escenario frecuente en la tragedia griega.


El oráculo de Delfos les había dicho a los reyes de Tebas, Layo y Yocasta, que su futuro hijo mataría a su padre y se acostaría con su madre. Cuando Yocasta dio a luz un niño, Layo le perforó los pies, se los ató y lo abandonó en la ladera de una montaña; pero un pastor lo salvó y lo llevó a Corinto, cuyos reyes, Pólibo y Mérope, le impusieron el nombre de Edipo ("pie hinchado").

Años más tarde, en una fiesta, un desconocido se burló de Edipo y dijo que no era hijo de Pólibo. El insulto le dolió y consultó al oráculo de Delfos, quien le vaticinó que mataría a su padre y se casaría con su madre. Convencido de que Pólibo y Mérope eran sus verdaderos padres, Edipo huyó de Corinto, y en el camino a Tebas dio muerte a un desconocido que le había insultado: Layo, su padre. En aquella época, Tebas era asolada por la Esfinge, un ser que mataba a cuantos no sabía responder al acertijo que planteaba: "¿Qué tiene cuatro piernas por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde?" Edipo retó al monstruo y dio la respuesta correcta: "el hombre" (que gatea de recién nacido, camina erguido en la madurez y con un bastón en la vejez). La Esfinge se arrojó al mar y Edipo fue recibido como salvador de la ciudad. Le rogaron que fuera su rey y que se casara con la reina, que acababa de enviudar: su madre Yocasta. Con ella tuvo cuatro hijos, dos muchachos, Polinices y Eteocles, y dos muchachas, Antígona e Ismene, y Tebas prosperó durante su reinado.

Al cabo de muchos años, la ciudad padeció sequía, hambruna y enfermedades. El oráculo de Delfos dijo que las calamidades acabarían cuando los tebanos expulsaran al asesino de Layo, cuya búsqueda inició el propio Edipo. Descubrió la verdad por boca de Tiresias y del pastor que lo había salvado; se cegó y se exilió, mientras que Yocasta se ahorcó.

martes, 8 de mayo de 2012

Transgresores.

Violadores del orden natural.

Numerosos mitos griegos tratan sobre los transgresores y sus castigos y quizás contribuyesen a mantener el orden establecido, sobre todo en la familia pues muchos de ellos hablan de la violación de las barreras de la propiedad sexual. Casi todos están protagonizados por seres humanos, ya que, por lo general, dioses y diosas podían obrar el mal con impunidad, mientras que los desmanes de los mortales recibía severos castigos, paradoja de la que tenía plena conciencia los antiguos griegos. A continuación citaré algunos de los transgresores más destacados:

Atreo y Tiestes, hijos de Pélope, hijo a su vez de Tántalo. Cuando Atreo impidió que su hermano se apoderase del trono de Argos. Tiestes sedujo a Aérope, esposa de aquel. En venganza, Atreo invitó a Tiestes a una fiesta y le sirvió a sus propios hijos. Los hijos de Atreo eran : Agamenón y Menelao, que se casaron con Clitemnestra y Helena, quizás las adulteras más famosas. Egisto, un hijo de Tiestes, que sobrevivió, fue amante y complice de Clitemnestra en el asesinato de su primo Agamenón, esposo de esta.

Dédalo, considerado por los griegos el mayor de los artesanos e inventores mortales, también fue un transgresor. Pertenecía a la casa real de Atenas pero tuvo que abandonar la ciudad tras dar muerte a su sobrino Pérdix, artesano rival que había inventado la sierra basándose en la espina de un pez. Cuando Dédalo lo arrojó por un acantilado, el joven se transformó en perdiz (pérdix en griego)

Dédalo huyó a Creta, donde entró al servicio del rey Minos, quien había recibido de Poseidón un toro para ofrecérselo en sacrificio, un animal tan espléndido que decidió quedarse con él. Furioso, Poseidón hizo que Pasifae, esposa de Minos, se enamorase del toro. Dédalo construyó una novilla hueca de tamaño natural, en la que Pasífae podía esconderse para consumar su antinatural pasión, que dio como fruto al Minotauro, bestia salvaje mitad hombre, mitad toro. Enfadado con el artesano, Minos le ordenó que construyese el Laberinto, la prisión del monstruoso híbrido, del que más adelante saldría Teseo tras haber matado al Minotauro con la ayuda de un ovillo que Dédalo le habría dado a Ariadna.

Las Danaides, las cincuenta hijas de Dánae, descendiente de Zeus e Io. Se casaron contra su voluntad con los cincuenta hijos de Egipto, y la noche de bodas, cuarenta y nueve de ellas mataron a sus esposos. (La otra, Hipermnestra, amaba a  su marido, Linceo, y de su unión nacieron Perseo y Dánae). Las cuarenta y nueve asesinas recibieron el castigo de llenar eternamente una jarra de agua con un cedazo en los infiernos.

Tereo, rey de Tracia, ayudó a Pandión, rey de Atenas, tomó a la hija de éste, Procne, como esposa, y tuvo un hijo con ella, Itis. Filomela, la otra hija de Pandión, fue a ver a su hermana y Tereo la violó y le cortó la lengua para que no pudiera delatarlo, pero Filomela tejió un tapiz que representaba sus sufrimientos y se lo enseñó a Procne. En venganza, las dos hermanas mataron a Itis, lo cocinaron y se lo sirvieron a su padre, quien al descubrir los hechos se lanzó en su persecución. Como habían cometido un asesinato, se transformaron en aves: Procne en golondrina y Filomela en ruiseñor.

lunes, 7 de mayo de 2012

Agamenón, rey de Argos.

Entre las numerosas obras en las que se narra la suerte que corre el rey Agamenón, victorioso jefe griego en la guerra de Troya, destaca sobremanera La Orestíada, de Esquilo.


Tras la guerra, Agamenón regresa triunfal al palacio de Argos con su botín y concubina, la profetisa Casandra, hija del rey Príamo. Pero su esposa Clitemnestra, y el amante de ésta, Egisto, le tienden una trampa. Clitemnestra le recibe y le lleva al baño; después de haberse bañado Agamenón, ella hace ademán de ofrecerle una toalla, le arroja una red y el rey es asesinado. La reina da muerte también a Casandra.

Cuando Orestes, hijo de Agamenón, que está ausente, llega a la edad adulta, regresa para vengarse. Entra en palacio, disfrazado, y mata a Egisto y a Clitemnestra (con ayuda de su hermana, Electra, según ciertas versiones de algunos historiadores).

Las Furias persiguen al matricida, quien huye a Delfos para purificarse del crimen. Desde allí va a Atenas, donde es juzgado y absuelto gracias al decisivo voto de Atenea. Después reina en Argos.

Según diversas versiones Agamenón es asesinado por su esposa, a causa de los crímenes que cometió su padre Atreo, contra su hermano Tiestes, además de otros crímenes cometidos por él como el de sacrificar a su propia hija, Ifigenia, para ir en contra de los designios augurados por el adivino Calcante.

jueves, 3 de mayo de 2012

Después de Troya.

Odiseo.


El saqueo de Troya no puso final a las aventuras de los héroes griegos. Existen numerosos mitos sobre su regreso a Grecia, el más famoso de los cuales es la epopeya de Homero, La Odisea, así titulada por el nombre de su protagonista, Odiseo, o Ulises para los latinos. Los griegos profanaron los altares de Troya durante el saqueo de la ciudad, razón por la que los dioses se encolerizaron y provocaron tempestades que diseminaron la flota griega en la travesía de vuelta. Muchos héroes pasaron por Italia o África antes de llegar definitivamente a Grecia.

Después de que los barcos de Odiseo y sus seguidores se separasen de la flota arribaron a la ciudad de los cicones y la saquearon. Otra tempestad los desvió de su ruta y lo llevó a un mundo de monstruos y brujas: en primer lugar, al país de los lotófagos, donde los hombres de Odiseo se comieron las flores perdiendo la memoria y se sumieron en tal letargo que sus compañeros tuvieron que llevarlos a los navío. La siguiente aventura sucede en la isla habitada por los Cíclopes, monstruos de un sólo ojo que viven en cuevas y carecen de leyes y de sistema social. Provisto de vino, Odiseo explora la isla con varios hombres y descubre en una cueva signos de pastoreo de ovejas. Desoyendo los consejos de su tripulación, se queda allí para ver al pastor, el cíclope Polifemo, que cuando regresa con su rebaño tapa la entrada de la cueva con una enorme roca. Sorprende a los griegos y devora a dos de ellos crudos en la cena y otros tantos en el desayuno. Nadie puede escapar, porque únicamente el cíclope es capaz de mover la roca: pero a Odiseo se le ocurre un plan. Emborracha a Polifemo, y cuando éste le pregunta cómo se llama contesta que "Nadie". Mientras el cíclope duerme bajo los efectos del vino, Odiseo le ciega con una tea encendida y cuando acuden otros cíclopes al oir sus gritos le preguntan por la causa del dolor él responde: "¡Nadie me está haciendo daño!" Convencidos de que todo marcha bien, se marchan, tras lo cual Odiseo ata a cada uno de sus hombres bajo el vientre de una oveja y él se aferra al de un carnero. A la mañana siguiente, cuando el cíclope ciego abre la cueva para que salgan los animales, los griegos huyen. Odiseo se burla de Polifemo desde el barco y este lo maldice: Poseidón, dios del mar y padre de Polifemo, obliga a Odiseo a recorrer los mares durante diez años.

A continuación, los marineros se topan con Eolo, rey de los vientos y Odiseo recibe un saco lleno de vientos  que permiten navegar a los barcos hasta avistar Itaca, pero el héroe se duerme y sus hombres abren el saco, pensando que contiene un tesoro. Los vientos escapan y desencadenan una tormenta que devuelve a los hombres a Eolo, y desde allí al país de los lestrigones, gigantes canibales, que destruyen todos los barcos de Odiseo menos uno y devoran a sus tripulantes.

El siguiente episodio se desarrolla en la isla de la maga Circe. La mitad de la tripulación se aproxima a su palacio, que se alza entre los bosques por los que deambulan lobos, osos, y leones como si se tratara de animales dométicos. Circe los invita a entrar, les da una bebida narcótica, los transforma en cerdos, y los encierra en una pocilga. El único hombre que se ha quedado fuera corre a contarle lo sucedido a Odiseo, quien, con la ayuda de Hermes y de una planta mágica, se inmuniza a los hechizos de Circe y la obliga a liberar a sus compañeros.

Todos permanecen en la isla un año entero, entre continuas fiestas, y Circe aconseja a Odiseo sobre el resto del viaje. En primer lugar, debe ir a los infiernos para consultar a Tiresias sobre como regresar a Itaca. El profeta le encamina hacia una tierra que no conoce el mar y le dice que ofrezca un sacrificio a Poseidón, se refiera a los infiernos, y durante su estancia allí, Odiseo ve a los grandes héroes y heroinas del pasado y a los grandes pecadores en pleno tormento. Entre otros, se encuentra con Aquiles y Ayax, sus compañeros en la guerra de Troya.

Después, el héroe pasa frente a la isla de las Sirenas, monstruos con cuerpo de ave y cabeza de mujer cuyos cantos atraen irresistiblemente a los navegantes y les llevan a la muerte. Odiseo se libra del hechizo atándose  al mástil, como le aconsejara Circe, mientras que sus hombres continúan remando con los oídos tapados con cera.

Sortean dos monstruos marinos, Escila y Caribdis, y arriban a Trinacria, la isla del Sol, Circe les había prevenido de que no coman las Vacas del Sol, pero, hambrientos, los hombres sacrifican varias reses, cuya carne continúa mugiendo incluso entre las ascuas y cuya piel se mueve como si tuviera vida. Enfurecido, el Sol destruye el barco y a todos sus tripulantes, salvo a Odiseo, que sobrevive al naufragio y llega a la isla de Calipso, una ninfa que lo retiene como su cónyuge, en contra de la voluntad del héroe, durante ocho años, al cabo de los cuales Odiseo queda libre gracias a la intervención de Atenea. Construye una balsa y desembarca en el país de los feacios, una tierra prodigiosa de mágica fertilidad en la que lo rodean de lujo. Su rey, Alcinoo, le envía a Itaca en un navío mágico cargado de regalos.

Una vez en Itaca, Odiseo encuentra a su esposa, Penélope, asediada por los pretendientes y a su hijo, Telémaco, amenazado por los rivales. Penélope siempre se ha negado a creer que su esposo haya muerto, pero ya no puede mantener a raya a los pretendientes con sus estratagemas. Disfrazado, el héroe pone a prueba en primer lugar la lealtad de su familia y de sus compatriotas. Después, con la ayuda de Telémaco y de sus fieles seguidores, da muerte a los pretendientes y se reúne con Penélope, tras veinte años de ausencia . La Odisea finaliza con el ensalzamiento de las proezas del héroe y de los valores familiares, mensaje éste que confería a la obra gran valor moral a los ojos de los antiguos griegos.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Aquiles.

Tal y como aparece en La Ilíada, Aquiles es el héroe griego típico: fuerte, orgulloso, temerario, apasionado e iracundo, el mejor pero también el más destructivo de los guerreros, y como tal, encarnación de la paradoja del heroísmo griego, que se manifiesta igualmente en Heracles.


Hijo de Peleo y de la ninfa marina Tetis, Aquiles fue educado por Quirón, un sabio centauro. Al nacer, su madre lo sumergió en el Estige para hacer su cuerpo inmortal e invulnerable, salvo el talón por donde lo sujetó: de aquí deriva la expresión "talón de Aquiles" para referirse a una debilidad fundamental. Las Parcas le dieron a elegir entre una vida larga, tranquila y oscura, o una muerte temprana y gloria inmortal, y Aquiles se decidió por lo segundo.

Aquiles representaba para los griegos el modelo de hombre noble que no tolera una conducta deshonrosa como la de Agamenón cuando tomó botín de guerra a la troyana Briseida. Lucho en Troya y mató a Pentesilea, reina de las Amazonas, pero se enamoró de ella mientras agonizaba.