domingo, 30 de diciembre de 2012

El oráculo de Ifá.

El sistema de adivinación más célebre en África es el de Ifá, empleado por los yorubas. El adivino (siempre un hombre) coge 16 frutos de palma de un árbol del que no se haya destilado vino, se sienta ante una bandeja de adivinación y divide los frutos a partes iguales entre la mano derecha y la izquierda, ocho en cada mano. Agita los frutos y pasa la mayoría de los de la mano izquierda a la derecha, acción que repite hasta que sólo le quedan uno o dos en la izquierda. Si le queda una, traza dos marcas en el polvo de la bandeja de adivinación, si le quedan dos, una marca. Repite el proceso hasta que haya ocho grupos de marcas en la bandeja, figura llamada odo que hace referencia a una serie de relatos simbólicos que el adivino recita de memoria a su cliente. Sigue recitando hasta que el cliente reconoce intuitivamente el relato cuyo mensaje se aplica a su caso concreto. Existen 256 permutaciones (es decir, 16 al cuadrado) en el sistema de Ifá. Se emplea un sistema muy similar, pero menos complejo, en el sur de África, donde se tiran cuatro piedras de marfil o hueso tallado por forman 16 combinaciones posibles de significados simbólicos. Los fon de Benin han adoptado el sistema de adivinación de Ifa con el nombre de Fa. Según este pueblo, el Gran Dios creador, Mawu, puede determinar el destino de todo ser humano y revelarlo por mediación del oráculo de Fa. Elegba pone en juego ciertas estratagemas para escapar al estricto gobierno del mundo impuesto por Mawu, por lo que todos deben hacer ofrendas iguales al Gran Dios y a él.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Eshu e Ifá.

Según los yorubas, Ifá es un dios que vino a la tierra para contarles a los humanos los secretos de la medicina y la profecía. El siguiente mito muestra cómo trabajan juntos en el mundo Eshu el tramposo e Ifá dios del orden y el control.

Eshu e Ifa viajaban por el mundo. Eshu aseguraba que un día le procuraría la ruina a su compañero, pero Ifá se reía y decía: "Si tu te transformas, yo haré lo mismo, y si tu te mueres, yo moriré, pues así ha sido ordenado en el cielo."

Una noche, Eshu desapareció. Robó un gallo en una casa cercana y le cortó la cabeza; después escondió los trozos del ave entre sus ropas, volvió donde Ifa y gritó: "¡Despierta! ¡Viene la muerte!" A lo lejos se oía a los aldeanos, que se aproximaban enfurecidos por el robo del gallo. Ifá y Eshu escaparon, y el embustero fue dejando caer gotas de sangre del animal por el camino para dejar rastro. Ifá miró hacia atrás y vio a los aldeanos armados con palos y hachas. Eshu trepó a un alto algodonero; Ifá se transformó en ave y se posó junto al embustero, que le dijo: "¡No te había dicho que yo te traería la muerte!" Ifa replicó: "Lo que a mi me pase, te pasará también a ti." Los aldeanos derribaron el árbol y corrieron a donde creían que habían caído los cuerpos, pero en lugar de a Eshu e Ifá encontraron una gran piedra y un charco de agua limpia y fresca. Al mirar la piedra, sus cabezas se llenaron de calor y dolor, y al volverse hacia el agua desapareció el terrible calor. El jefe de la aldea comprendió que se había obrado un milagro; se postró y dijo: "¡Nosotros los habitantes del mundo os adoramos!"

viernes, 28 de diciembre de 2012

Eshu el embustero.

El astuto mediador entre el cielo y la tierra.

La figura del embustero más famosa de la mitología africana es un personaje del África occidental conocido como Eshu entre los yorubas y como Elegba o Legba en Benin (nosotros sólo utilizaremos Eshu). Se le considera responsable de todas las disputas entre los seres humanos y entre éstos y los dioses. La más astuta de las divinidades aparece como un espíritu errabundo que habita en el mercado, las encrucijadas y el umbral de las casas. También deja sentir su presencia allí donde se producen cambios y transacciones.

En un mito, Eshu convence al sol y la luna para que se intercambien sus casas, con lo que trastoca el orden de las cosas. Pero el relato más conocido es el de dos amigos cuya amistad, de toda la vida, consigue destruir. Los hombres cultivaban tierras contiguas y tenían una amistad tan estrecha que siempre se les veía juntos e incluso vestían con ropas parecidas. Eshu recorrió el sendero que dividía sus tierras con un sombrero blanco por un lado y negro por el otro, se colocó la pipa en la nuca y se colgó el bastón en el hombro de modo que le bajara por la espalda. Cuando el dios hubo pasado, los amigos se pusieron a discutir sobre la dirección que había tomado el desconocido y sobre el color de su sombrero. Se acaloraron tanto que la disputa llegó a oídos del rey y llamó a los dos hombres.

Mientras se acusaban mutuamente de haber mentido, apareció Eshu y le dijo al rey que ninguno mentía pero que los dos eran estúpidos. Al confesar su truco el rey se enfureció tanto que envió a sus hombre contra él, pero el dios los burló. En la huida, Eshu prendió fuego a varias casas y cuando sus ocupantes huyeron con sus pertenencias se ofreció a guardarlas, pero lo que hizo fue dar un bulto a cada persona que pasaba por allí, de modo que los objetos de las víctimas del incendio se desperdigaron por todas partes.

En otro relato, Eshu le dijo al Gran Dios que unos ladrones planeaban robar las batatas de su huerto. Una noche se coló en casa del Gran Dios, se puso sus sandalias, fue al huerto y se llevó todas la batatas. Como había llovido el día anterior se distinguían claramente las pisadas, y por la mañana Eshu denunció el robo y dijo que resultaría fácil descubrir al ladrón por las huellas. El pueblo entero acudió a la casa del rey, pero ningún pie coincidía con aquellas enormes pisadas. Eshu sugirió que tal vez hubiera cogido las batatas el propio Gran Dios mientras dormía, pero la deidad lo negó. Sin embargo, como sus pies encajaban perfectamente con las huellas, acusó a Eshu de haberle engañado, a modo de castigo anunció su inmediata retirada del mundo y le ordenó a Eshu que subiera al cielo todas las noches para que le contase lo que había sucedido abajo durante el día. Así fue como Eshu se convirtió en mensajero entre los seres humanos y el Gran Dios.

jueves, 27 de diciembre de 2012

La torre de Chitimukulu.

Según el mito sobre los orígenes de los bemba de Zambia, su primer rey, Chitimukulu, intentó junto con sus dos hermanos construir una torre muy alta en el poblado real de su madre, Mumbi Mukasa, sobrina del Gran Dios. La torre se desmoronó, mató a muchas personas, y Mukulumpe, padre de los tres hermanos, ordenó que los mataran a todos, pero Chitimukulu y sus hermanos huyeron a Zambia.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Mitos sobre torres.

La estupidez de la presunción humana.

Abundan los relatos sobre la construcción y posterior destrucción de enormes torres en todo el sur de África, desde Mozanbique hasta Angola, y por lo general sirve como aviso de los peligros de la ambición excesiva. En la provincia Kasai del Zaire, por ejemplo, los luba cuentan que, en el inicio de los tiempos, los seres humanos vivían en la misma aldea que el Gran Dios, quien, cansado de sus ruidosas peleas, expulsó a sus vecinos humanos a la tierra, donde padecieron hambre y frío y conocieron la enfermedad y la muerte. Un adivino les aconsejó que regresaran al cielo para recuperar la inmortalidad, y empezaron a construir una torre gigantesca de madera. Al cabo de muchos meses llegaron al cielo y tocaron tambores y flautas para anunciar su éxito a los que se habían quedado en la tierra y animarlos a que los siguieran, pero los de abajo estaban demasiado lejos para oírlos. Sí los oyó el Gran Dios, que se enfadó, destruyó la torre y mató a sus musicales constructores.

También aparece una torre en el mito luba sobre la lucha entre Nkongolo, el despótico rey Arco Iris y el príncipe Kalala Ilunga. Nkongolo intentó por diversos medios someter de nuevo a su enemigo, que había escapado del foso preparado por el rey. Primero envió a sus hombres en botes que cruzaron el río Lualaba con la orden de raptar al príncipe fugitivo, pero las aguas se elevaron y los perseguidores se ahogaron antes de llegar a la orilla. Después, el rey Arco Iris trató de construir una calzada de piedra sobre el río, pero la piedra se resistió a las herramientas de hierro. Por último, ordenó la construcción de una gran torre desde la que podría dominar el país enemigo. Una vez construida, el adivino Majibu y otro hombre llamado Mungedi subieron a la cúspide y llamaron al fugitivo, pero Majibu, valiéndose de sus poderes mágicos, saltó al aire y aterrizó en la orilla opuesta del río, en territorio da Kalala, donde ayudó al príncipe a vencer a su enemigo. La torre se derrumbó y mató a Mungedi y a otros muchos seguidores del rey Arco Iris.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Chibinda Ilunga.

Un mito de los mbangala de Angola continúa el relato de la dinastía de Luba fundada por Kalala Ilunga. El protagonista, Chibinda Ilunga, es una de las figuras mitológicas más venerada de la región.

Una vez llegó al reino Lunba un joven príncipe y cazador llamado Chibinda, nieto de Nbide Kiluwe, antepasado de los reyes luba, con el rostro brillante y blanco como la Luna. Abandonó el país luba porque el rey celoso de su destreza como cazador, lo había insultado asegurando que nunca había hecho la guerra. Un día, la reina de Lunda, Lueji, descendiente de la serpiente primordial Chinawezi, madre de todas las cosas, fue al río y se encontró con el príncipe cazador.Cautiva por sus encantos, le invitó a quedarse con ella y, pasado el tiempo se casaron. En cierta ocasión, Lueji pronunció un discurso ante los ancianos y les comunico que a partir de entonces Chibinda Ilunga reinaría en su lugar, y el príncipe les dijo a su vez, como cazador que era, nunca derramaría sangre humana, sólo de animales. Lueji le entregó el brazalete real, empezó a menstruar y se recluyó. Esta situación duró mucho tiempo y empezó a conocerse como Nkula ("el árbol de la savia roja"), nombre del ritual que desde aquel entonces se aplica a las mujeres con trastornos menstruales. Debido a la prolongada efusión de sangre, Lueji no pudo concebir, y al final le dio a Chibinda Ilunga otra esposa, Kamonga, que era fértil.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Kalala Ilunga y el rey Arco Iris.

Los luba del Zaire creen que Kalala Ilunga fue el fundador de uno de sus reinos. Pasó sus primeros años en la corte del rey Nkongolo, o Arco Iris, que aparece en numerosos mitos de la sabana central.

Un día, Mbide Kiluwe, un príncipe de oriente, fue a cazar al país de Nkongolo, que hizo todo lo posible por complacer a su huesped. Le dejó a sus hermanas gemelas y ambas quedaron encinta: Bulanda tuvo un niño, Kalala Ilunga, y Mebela gemelos, niño y niña. Nkongolo reconoció a Kalala Ilunga como hijo suyo y Mbide Kiluwe regresó a su tierra. De mayor, el muchacho llegó a ser el mejor bailarín y corredor del país y Nkongolo, celoso de su fama, decidió matarlo. Preparó un foso lleno de estacas puntiagudas oculto en la pista e invitó a Kalala a participar en un concurso de baile, pero avisado del peligro por su tamborilero, el muchacho cruzó el río Lualaba y se refugió con su verdadero padre. Mbide le dio un ejercito para que luchara contra Nkongolo, que huyó con sus hermanas al monte Kaii, al oeste; pero las hermanas lo traicionaron ante sus hombres, que lo decapitaron. El espíritu de Nkongolo vive en forma de serpiente, que a veces se aparece como arco iris.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Mitos sobre la monarquía.

El linaje de los monarcas terrenales.

Entre los mitos más importantes de África figuran los que tratan sobre los orígenes de los reyes, a los que suele atribuirse ascendencia divina. Los zulúes de Suráfrica, por ejemplo, cuentan que un joven, hijo del Gran Dios, fue expulsado del cielo por haber robado la baca blanca favorita de la deidad. Lo arrojaron por un agujero de los cielos y bajó a la tierra por un cordón umbilical mágico atado a su cintura. Cuando hubo transcurrido un mes, el Gran Dios se apiadó de su hijo, le envió una esposa por el mismo sistema y a continuación retiró el cordón y cerró el agujero del cielo. Aquel joven fue el primer rey de los zulúes, y debido a su origen celestial, los monarcas de este pueblo tienen poder sobre la lluvia. Monarquía y fenómenos atmosféricos aparecen también asociadas en la mitología yoruba, según la cual, el rey-guerrero, más importante de esta tribu, Shango, se convirtió en dios del trueno y la lluvia tras haberse ahorcado con sus propias manos en un árbol y haber subido al cielo. Su esposa era un lago llamado Oja, que a la muerte de Shango se transforma en el río Niger.

En Ruanda se conoce un relato semejante sobre los orígenes de la monarquía. El señor de la cielos, Nkuba el Rayo, tenía una esposa estéril que un día, en ausencia de su marido, le robó una de sus vacas, la mató, le extrajo el corazón y lo escondió en una vasija. Alimentó el corazón con leche durante nueve meses, al cabo de los cuales apareció un niño en el interior de la vasija. Este niño, Kigua, creció en el cielo y cayó a la tierra para ser el primer rey de Ruanda.

En muchos casos, los mitos sobre los orígenes de los reyes coinciden con los de los orígenes de la humanidad. Al reth (rey) de los shilluk del sur de Sudan se lo identificaba en el mito y en los rituales regios con Nyikang, antepasado de linaje real y fundador de la nación shilluk. El padre de Nyikang, era el hijo de un ser celestial y su madre, Nyakaya, un cocodrilo, Nyikang abandonó su patria tras haberse peleado con su hermanastro y en el camino venció al sol en combate y dividió las aguas del Nilo Blanco para que pudieran atravesarlo sus seguidores y él. Los epítetos de Nyikang y de todos los reyes posteriores de los shilluk -considerados encarnaciones del primero- honra su vinculación con el cielo, los ríos y la tierra, el universo shilluk. Es dios, semidiós y hombre y de su salud depende la de la tierra  En época precolonial (y, según ciertos rumores, también en la actualidad), cuando empezaba a perder fuerza física se le mataba ritualmente para dejar sitio a un sucesos más vigoroso.

Encontramos otro relato sobre un regicidio ritual en el mito del rey Muetsi, que explica el asesinato ritual del Mambo (rey) de Monomotapa en el Zimbawe medieval, que al parecer tenía lugar cada cuatro años. Según este mito, el primer hombre creado por Muari, el Alto Dios, vivía al principio bajo las aguas. Se llamaba Muetsi (Luna) y quería vivir en la tierra, totalmente desértica por aquel entonces. Antes las quejas de Muetsi, Muari le envió una esposa, la estrella Matutina, que parió la hierba, los arbustos y los árboles. Los árboles crecieron hasta que sus copas tocaron el cielo y empezó a llover. En medio de la abundancia, Muetsi construyó una casa, fabricó azadas y cultivó la tierra, pero al cabo de dos años Muari se llevó a la Estrella Matutina. Muetsi se lamentó durante ocho días, hasta que Muari le dio otra esposa, la Estrella Vespertina, al tiempo que le prevenía de la catástrofe que le aguardaba. Al llegar la noche, la Estrella Vespertina le ordenó que se acostara con ella, y de su unió nacieron pollos, ovejas, cabras, vacas y antílopes y a continuación niños y niñas que se hicieron adultos en un día. El cuarto día por la noche se desencadenó una fuerte tormenta y la Estrella Vespertina avisó a su esposo que corría peligro de muerte, no obstante lo cual Muetsi le hizo el amor; al día siguiente, ella parió leones, leopardos, serpientes y escorpiones. La noche del quinto día la Estrella Vespertina se negó a acostarse con Muetsi y le sugirió que tomase a sus hijas. Muetsi así lo hizo y a la mañana siguiente sus hijas dieron a luz unos niños que por la noche ya eran adultos.

Entonces, Muetsi se convirtió en rey de numerosas personas y la Estrella Vespertina copuló con una serpiente y quedó estéril. Muetsi quería que regresara con él, pero mientras estaban acostados le picó la serpiente. Como la salud de la tierra dependía de la del rey, cuando éste enfermó por el veneno del reptil dejo de llover, se secaron las aguas y la muerte visitó a las gentes. Para poner fin a sus desdichas, los hijos de Muetsi decidieron matar a su padre: lo estrangularon, lo enterraron y después eligieron otro rey.

Según los kuba del Zaire, los dos primeros dioses, Mboom y Ngaan, eran también reyes y cada uno reinaba sobre una mitad del mundo, que estaba oscuro y cubierto por las aguas, pero se pelearon y abandonaron su creación: Mboom se fue al cielo y Ngaan se escondió bajo las aguas. Un día, Mboom vomitó el sol, la luna y las estrellas. Bajo el sol, las aguas empezaron a consumirse y la tierra quedó al descubierto. Volvió a vomitar, y aparecieron todos los animales.Después vomitó a los seres humanos, entre los que se encontraba Woot, antepasado de los reyes y del pueblo kuba, que vivían en un poblado junto a los demás humanos y animales. Se llevaban bien y hablaban la misma lengua. Un día, Woot se enamoró de su hermana, Mueel, se la llevó a la selva y de sus relaciones nació un niño, Nyimi Lele, fundador de la vecina tribu lele.

Cuando el pueblo se enteró del incesto de Woot se enfadó y lo expulsó de la aldea y en venganza, Woot lo maldijo: el mijo empezó a pudrirse, la mayoría de los animales se volvieron salvajes y no salió el sol. Mueel envió mensajeros a pedirle perdón a Woot, que acabó por ablandarse y permitir que las aves de la montaña llamaran al sol. A continuación condujo a sus seguidores al exilio y en el camino fue creando el paisaje, las plantas y los animales y dejó varios hijos, que fundaron las diversas tribus. Woot les retorció las lenguas y desde entonces hablan diferentes idiomas.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Los orígenes de la sexualidad.

En África existen numerosas versiones de un relato que cuenta que el Gran Dios creo en un principio seres humanos sin órganos sexuales. Vivieron felizmente durante algún tiempo, pero de pronto se sintieron a disgusto y le pidieron a la deidad que les enviara a gente distinta. El Gran Dios envió los órganos sexuales femeninos y masculinos, que deambulaban como personas, solos. Un día, las primeras personas decidieron distribuirse entre dos campos para realizar mejor las tareas cotidianas e invitaron a los órganos sexuales a entrar en uno u otro campo. Los masculinos se acoplaron a los habitantes de un campo y los femeninos a los del otro. Entonces los dos grupos se convirtieron en hombres y mujeres, comprendieron que eran distintos y desde aquel momento ha habido división y conflictos entre ambos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Muerte y sexo.


La pérdida de la inmortalidad.

Según muchos pueblos africanos, en el principio no existía la muerte y su aparición se atribuye a transgresiones de los seres humanos o de algún animal.

Los nuer del sur del Sudán cuentan que antaño había una cuerda de unión entre el cielo y la tierra y que quien envejecía subía por ella y el Gran Dios lo rejuvenecía antes de regresar a la tierra. Pero un día, una hiena y un pájaro tejedor subieron por la cuerda y entraron el en cielo; el Gran Dios ordenó que se les vigilase estrechamente y que no se les permitiera volver a la tierra para que no causasen problemas. Una noche se encaparon y cuando estaban a punto de tocar el suelo la hiena cortó la cuerda. Cuando recogieron la parte superior en el cielo, no quedó ningún medio por el que los seres humanos pudieran ascender hasta allí, y desde entonces envejecieron y murieron.

Los kaba del Zaire explican la aparición de la muerte en una versión de su mito sobre la creación. Mboom, el dios creador o "Agua Original", tuvo nueve hijos, todos ellos llamados Woot, que ayudaron a crear el mundo por turnos. Woot, el inventor de todas las cosas espinosas, como los peces, se peleó con Woot, el afilador, que hizo las primeras hojas afiladas, y la muerte sobrevino cuando el primer Woot fue asesinado con una de estas armas.

Entre los ganda, que viven en la orilla septentrional del lago Victoria, se cuenta que Kintu, un emigrante que fundó la dinastía real de Buganda, fue al cielo a buscar esposa. El Gran Dios le dio a su hija Nambi y le ordenó que regresara inmediatamente a la tierra con ella, pues en otro caso les acompañaría el hermano de Nambi, Walumbe, nombre que significa muerte, Kintu obedeció, pero a medio camino Nambi recordó que había olvidado grano para dar de comer a los pollos que les había regalado el Gran Dios. Kintu trató de disuadirla de que regresara y cuando Nambi alcanzó a Kintu tras haber cogido el grano, la seguía su hermano Muerte, que se fue a vivir con la pareja.

Desde aquel día todas las gentes de la tierra son mortales.

También se culpa a una mujer de la aparición de la muerte en la tierra en un mito de los dinka, pueblo ganadero del sur del Sudán. En el principio, el Gran Dios, daba un grano de mijo al día a una pareja, Garang y Abuk, suficiente para satisfacer sus necesidades; pero, codiciosa, Abuk decidió plantar más mijo, y mientras cavaba golpeó al dios con el extremo del azadón. La deidad se enfureció tanto que la alejó de la humanidad, distancia que mantiene todavía, y envió un pájaro azul a que cortase la cuerda que por entonces unía el cielo con la tierra.

Desde aquel momento los seres humanos tienen que trabajar mucho para procurarse alimento y están sujetos a la enfermedad y la muerte

domingo, 9 de diciembre de 2012

El cosmos de los kongo.

Los kongo del oeste de Zaire creen que el universo tiene dos regiones, separadas por un océano. La superior, al mundo de los vivos, es como una montaña, y la inferior, el mundo de los muertes, es semejante, pero orientado hacia abajo. Las dos tienen aldeas, aguas y montañas.

El cielo es blanco y la tierra negra a consecuencia del mal y de la desobediencia a la voluntad del Gran Dios Entre el cielo y la tierra está el arco iris, representado en rojo. Debajo de la tierra negra se extiende la barrera del agua, origen de la vida, también roja, y debajo el infierno, blanco. Al igual que el universo, la alternancia de la noche y el día y las etapas de la vida humana son rojas, blancas y negras. El amanecer es como el nacimiento, el sol blanco de día la madurez y la justicia, y el crepúsculo anuncia la negrura de la muerte.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El mundo al revés.

Los dominios de los vivos y de los muertos.

Por lo general, se cree que el universo recién creado se divide en dos partes, una región superior para los vivos y una inferior para los muertos. Según los habitantes de las orillas del lago Tanganika, el mundo de los muertos es una versión al revés del mundo de los vivos, donde la gente duerme de día y sale de noche, a la luz de la luna. Puede accederse a él por la madriguera de un puercoespín. En la regiones del Sahara y el Sahel del norte de África se conciben los niveles superior e inferior del universo como aspectos opuestos de un "árbol cósmico", con forma de vid en el primero y de higuera en el segundo. En los oasis del Sahara se plantan representaciones de los tres niveles del árbol cósmico: una viña al este de un sembrado, símbolo del cielo, un granado en el centro, símbolo de la tierra, y una higuera en el límite occidental, símbolo de los infiernos.

En otras regiones de África se imagina el árbol de los muertos como un mundo celestial, no infernal, pero parecido al mundo de los vivos. Entre los tonga de Mozambique circula un relato sobre una muchacha que rompió el cántaro cuando iba al río. Gritó y apareció una cuerda, que colgaba del cielo. La muchacha trepó por ella y encontró una aldea, en la que vivían los muertos. Una anciana le dijo que continuara andando y que siguiese el consejo de una hormiga que se había colado en la oreja de la joven. Llegó a otra aldea, y los ancianos la pusieron a trabajar. A la mañana siguiente, contentos con lo que había hecho, los ancianos le enseñaron a unos niños, algunos envueltos en ropas rojas y otros envueltos en ropas blancas. La joven estaba a punto de elegir uno de los rojos cuando la hormiga le susurró al oído que cogiese uno de blanco, y ella obedeció. Al regresar a casa, su familia la recibió bien, pero su hermana estaba celosa y subió al cielo para que le dieran un niño de rojo y se convirtió inmediatamente en un esqueleto. Sus huesos blancos cayeron a la tierra.

martes, 4 de diciembre de 2012

El herrero celestial.

En numerosas mitologías africanas, un herrero celestial desempeña un papel crucial en la preparación del nuevo universo para la humanidad. Por lo general, desciende del cielo.

Según los fon de Benin, del África occidental, el hijo mayor de Mawu Lisa, divinidades creadoras gemelas, era Gu, el herrero celestial. Lo trajo a la tierra, Lisa, el varón, el la forma de una espada de hierro ceremonial  que empuñaba Lisa. Después, Gu recibió el encargo de hacer habitable la tierra para la humanidad, tarea que nunca ha abandonado. Gu enseñó a la gente a trabajar el hierro y a fabricar herramientas para obtener alimento, cubrir su cuerpo y construir refugios.

Amma, dios creador del pueblo dogon, hizo el primer espíritu herrero con la placenta de un Nommo, pero como este espíritu no tenía fuego, robó un trozo de sol a los gemelos celestiales Nommo y bajo del cielo en un arca celeste. Otros mitos del Sahara cuentan que el primer herrero fabricó una azada con el cráneo de un antílope celestial, Bintu, y después bajo a la tierra para enseñar la agricultura a la raza humana, recién creada.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Los orígenes del mundo.

Mitos africanos sobre la creación.

Los pueblos africanos tienen ideas muy distintas sobre los orígenes, desde los akan de Ghana, para quienes el universo fue creado por Nyame, diosa madre identificada con la luna, hasta la imagen, muy extendida, de una gran serpiente, frecuentemente identificada con el arco iris, como el origen del mundo. En el sur del continente esta serpiente primigenia suele llamarse Chinaweji y se la imagina como una pitón gigantesca. Desde el sur de Argelia hasta Tombuctú se cree que el primer ser creado en el universos fue un enorme ofidio, Minia, con cuyo cuerpo se hicieron el mundo y todas las formas de vida.


Pueblos tan distanciados geográficamente como el dogon de Mali y el lungu de Zambia conciben la creación en términos de vibraciones de un "huevo cósmico". En el mito dogon, el mundo surge de la semilla del universo, una estrella que es la Digitaria exilis, la planta más pequeña que cultivan. Para este pueblo, la estrella es la "gemela" de Sirio y la más pequeña y pesada, tan densa que ni todos los habitantes de la tierra juntos podían levantar una mínima parte de ella. Sus movimientos alrededor de Sirio, que, según ellos dura cincuenta años, sostiene la creación del espacio.Curiosamente, la astronomía moderna ha descubierto que Sirio tiene en realidad una compañera, Sirio B, sólo visible con los telescopios más potentes, que orbita en torno a Sirio cada cincuenta años y es también extraordinariamente densa, lo que los astrónomos denominan una "enana blanca hundida", motivos por los que un estudioso norteamericano, Roger Temple, asegura que el mito dogon representa los restos de los conocimientos que trajeron a la tierra unos seres inteligentes del sistema estelar de Sirio. Pero el astrónomo y cosmólogo Carl Sagan, también norteamericano mantiene una opinión menos fantasiosa: que el relato dogon podía derivar de la información sobre el tema transmitida por algún científico occidental antes de que se tuviera constancia del mito, recogido por primera vez por un antropólogo francés en los años 30.


Uno de los mitos más complejos sobre la creación es el de los hambaras, casi vecinos de los dogones. Cuentan que, en el principio, el vacío, fu, parió al conocimiento, gla gla zo. Este conocimiento, lleno de su vacío y su vacío lleno de sí mismo, fue la fuerza creadora primaria del universo que puso en movimiento un proceso místico de energía liberada que a su vez desembocó en la creación de la conciencia humana, la "semilla" o el principio del universo. (Debido a la ley fundamental de los principios gemelos que, según los hambaras, rige la creación en todo ser humano existe lo masculino y lo femenino, en el cuerpo y en el espíritu). Después el espíritu llamado Pemba hizo la tierra y el espíritu Faro el cielo, y cada uno estableció los cuatro puntos cardinales en el espacio: entonces apareció la vida en la tierra. Faro hizo gemelos en el desierto, y empezó a crecer la hierba. Aparecieron las primeras aguas y con ellas un pez que llevó a Faro y a sus hijos al mar, donde creó a los seres acuáticos. Faro dio nombre a todos los seres y las cosas sobre la tierra, implantó las estaciones y, en lugar de la oscuridad primordial, instaló la alternativa de noche y día. A continuación impuso orden entre los seres vivos y también dio nombre y clasificó a los seres humanos, dividiendo las razas y tribus según las cualidades de su sangre, en la que Faro inscribió sus destinos. Por último, regresó al cielo.

Muchas mitología africanas no están excesivamente cargadas de especulaciones sobre la creación del cosmos y toman como punto de partida la aparición de los seres humanos en un universos ya constituido. Los fipa del suroeste de Tanzania y los tutsis de Ruanda dicen que, en el inicio de los tiempos, cayeron del cielo unos antepasados semidivinos para fundar la humanidad, mientras los masais de Tanzania y Kenia piensan que al principio, tierra y cielo estaban unidos por una cuerda, por la que el dios supremo envió ganado para las personas de abajo. Los yorubas del África occidental creen que, en los orígenes, la tierra era agua y marisma deshabitada, hasta que descendió la divinidad del cielo e hizo tierra firme. A continuación fueron creados los seres humanos en los cielos y enviados a la tierra en una telaraña.