El sureste asiático es una de las regiones con mayor diversidad cultural del mundo y su mitología refleja los múltiples niveles de la herencia cultural. En Laos, Tailandia, Vietnam y Kampuchea (Camboya) las doctrinas del budismo Theravada se impusieron al hinduísmo, extendido por toda la región desde la antigüedad, en el siglo XIV. Tras llegar a Java alrededor de 1600, el islam se convirtió en la religión dominante en el sureste asiático insular, donde ha recibido profundas influencias del hinduísmo y del budismo, así como de las creencias animistas más antiguas que aún perviven en las regiones más aisladas del interior.
A pesar de tal diversidad religiosa, existen ciertas ideas que confirman a la mitología del sureste asiático unos rasgos característicos. Las más generalizada es que el universo tiene múltiples niveles, en casi todos los casos siete encima de este mundo y otros siete debajo. Los correspondientes a la sociedad suelen estar conformados sobre las estructuras del universo, concepto que alcanza su mayor complejidad en el este de Indonesia. La idea de la unidad de todas las formas de vida está presente, al menos en cierto grado, en toda la región, de un modo especialmente explícito entre los aborígenes de Borneo y Malaya. En el mundo de las apariencias subyace una fuerza espiritual omnipresente, que permite la metamorfosis de ser humano en animal o planta u viceversa.
Para muchos pueblos aborígenes, la cabeza humana es un depósito especial de poder espiritual, y la caza de cabezas se practica frecuentemente en estas culturas, en la creencia de que los guerreros que apresan la cabeza de sus enemigos aumenta su poder espiritual.
Excepto los habitantes de las ciudades, los grupos dispersos de agricultores nómadas y de cazadores-recolectores de las selvas remotas de Malasia, Tailandia, Borneo y Filipinas, la inmensa mayoría vive en aldeas y depende del cultivo del arroz, circunstancias que se reflejan en los numerosos mitos sobre este cereal.