Tres figuras misericordiosas.
El sintoísmo ha convivido con el budismo durante 1500 años en el Japón, y con influencia recíproca de ambas religiones, numerosas deidades sintoístas han adoptado forma budista: por ejemplo, al dios de la guerra, Hachiman (Yawata-no.kami), también se le conoce como un Bosatsu, es decir, una encarnación de Buda (del sánscrito Bodhisattva). La mezcla de enseñanzas budistas y sintoístas se conoce en muchos casos como Ryobu-shinto, o "doble sintoísmo". Sin embargo, también numerosos Bosatsu que guardan poca relación, o ninguna, con el sintoísmo y cuyos orígenes se remontan a la China y, en última instancia, al norte de la India, cuna del budismo.
Entre las deidades más importantes destacan tres figuras en la tradición popular: Amida, Kannon y Jizo. Amida-butsu ("Buda"), que deriva de la figura sánscrita Amitabha, es un Bodhisattva que demoró voluntariamente su propia salvación (es decir, su entrada en el nirvana) hasta que hubiera salvados a todos los seres humanos. Constituye el personaje central de las sectas de la "Tierra Pura" (jodo-shu y jodo-shinshu), basadas en la creencia de que invocando a Amida en el momento de la muerte, los fieles pueden renacer en una hermosa "Tierra Pura" donde todos se verán libres de dolor y la necesidad hasta estar preparados para la Iluminación final.
A Kannon, equivalente de la china Guan Yin y del indio Avalokiteshvara se le rinde culto bajo diversos nombres. Es el bosatsu a quien acuden los creyentes en busca de misericordia y consejo, protector de los niños, las parturientas y las almas de los muertos. Una de sus manifestaciones más popular en Senjo Kannon, o el "Kannon de los mil brazos", todos ellos tendidos compasivamente hacia quien lo adora. En la iconografía japonesa se le suele representar como un Amida en miniatura sobre la cabeza, pues se le considera compañero de este Buda.
Jizo también guarda relación con los niños, sobre todo con las almas de los difuntos. En todo Japón existen pequeños Jizo-yas, o templos consagrados a esta divinidad, pero es así mismo protector de quienes padecen dolor, y se le cree capaz de redimir las almas del infierno y devolverlas al Paraíso Occidental.