La perfección del Buda sólo puede lograrse tras una larga serie de vidas, en el transcurso de las cuales el Bodhisattava se prepara para la existencia final, cultivando las cualidades morales necesarias, la más importante de las cuales es dar. Muchas narraciones sobre las vidas del Buda son cuentos populares adaptados a tal fin. En una de ellas, Buda es una liebre en una existencia anterior y al darse cuenta un día de que no tiene comida para ofrecer a un posible huésped. decide ofrecer su propia carne. Para poner a prueba su resolución, Sakka (Indra) se presenta ante la liebre en forma de mendigo y ésta le invita a encender una hoguera y se dispone a arrojarse a las llamas. Sakka se lo impide y para conmemorar el acontecimiento dibuja una imagen de una liebre sobre la luna. En el siguiente cuento, el último y más largo del Jataka (relatos del nacimiento), libro de las escrituras de Theravada, el príncipe Vessantara es la última encarnación humana del Buda antes de nacer como Gautama (entre medias nace como dios, en el cielo Tushita)
Vessantara, hijo y heredero del rey Sanjaya, vivía en la capital con Maddi, su esposa, su hijo y su hija. Era de una extraordinaria generosidad. Tenía un elefante blanco mágico que siempre concedía la lluvia, pero un día se lo regaló a los emisarios de otro reino. Enfurecidos, los ciudadanos obligaron al rey a que le desterrase. Maddi decidió compartir su suerte y llevarse también a sus hijos. Vessantara se desprendió de todos sus bienes y emprendió un largo viaje con su familia hacia un valle los Himalayas, donde se establecieron. Un día llegó un viejo brahman llamado Jujaka, a quien su joven esposa no dejaba de molestar porque quería criados, a pedir los hijos de Vessantara, y éste se los dio. A la mañana siguiente, Sakka, temeroso de que también le diera a su esposa, se disfrazó de brahmán, le rogó a Vessantara que se la regalase y se la devolvió (como era un regalo, Vessantara ya no podía disponer de ella). Entre tanto, Jujaka y los niños llegaron a la corte de Sanjaya, donde el rey rescató a sus nietos y Jujaka murió de un atracón de comida. Arrepentido, Sanjaya fue con su séquito a la montaña e invitó a Vessantara y a Maddi a que regresaran. Toda la familia volvió a unirse y Vessantara fue rey.