Según numerosos relatos, la reina Mahamaya, madre de Buda, soñó que un Bodhisattava descendía hasta su vientre en forma de elefante blanco con un loto en la trompa, mientras toda la naturaleza manifestaba su jubilo.
Los brahmanes interpretaron este sueño como predicción del nacimiento de un hijo que sería un emperador universal o un Buda. Nació de forma milagrosa: su madre le dio a luz de pie, por un costado, agarrada a un árbol. Brahma y los demás dioses recibieron al niño, que dio siete pasos, y declararon que era su última encarnación.
Criado entre grandes lujos, Gautama fue protegido de todos los aspectos desagradables de la vida, se casó y tuvo un hijo, Rahuda ("traba"), un día, al circular en carro por la ciudad, descubrió los problemas de la vejez, la enfermedad y la muerte, así como la serenidad de un asceta vagabundo. Una noche escapó de los lazos de su familia y su posición e inició la búsqueda de la iluminación.
A los siete años de haber abandonado su casa, el Buda decidió quedarse sentado bajo un árbol (que más adelante se conocería como un árbol Bhodi, en la actual Bodh Yuga) hasta que resolviera el problema del sufrimiento. Los dioses se regocijaron en el cielo, y Mara, dios de la muerte y del deseo, empezó a tentarle con distracciones. Al cabo de cuarenta y nueve días, Gautama obtuvo la iluminación, transformándose en un Buda, y permaneció otras siete semanas sentado, meditando, mientras el rey serpiente le proporcionaba sombra con sus siete capuchas. Al principio no confiaba en encontrar a nadie capaz de comprender las verdades que había aprendido, pero cuando Brahma le instó a que predicara, Buda accedió a su petición. En el transcurso de su ministerio convirtió a casi toda su familia: para convertir a su madre ascendió al cielo de los treinta y tres dioses y Saka (Indra) y las demás deidades le escoltaron en su regreso a la tierra.