En el transcurso de la historia, la cultura india ha estado sometida a una continua interacción entre los diferentes grupos religiosos, lingüísticos y sociales y de ella ha surgido unas mitologías de ricas texturas cuya diversidad y cantidad rivalizan con el cuerpo mitológico de toda Europa. Se conservan gran número de narraciones en las lenguas regionales del país, pero los mitos más populares se han extendido más gracias a su adopción a la lengua suprarregional, el sánscrito, y al haberse reunido en los Puranas, que a partir del siglo IV sustituyeron a las epopeyas (el Mahabharata y el Ramayana) como archivo de las tradiciones religiosas y míticas.
En esta rica variedad mitológica subyace un tema central, el de la tensión entre la creación y la destrucción. Un rasco característico del pensamiento indio consiste en el proceso mediante el cual el orden surge del caos y el universo vuelve a disolverse en el caos, siguiendo una pauta cíclica inmensa. Otro tema básico es que las cosas no son lo que parecen y que la realidad es en cierto sentido ilusoria. Entre todos estos detalles destaca la manipulación consciente de los materiales por parte de los narradores, que los desarrollan y transforman de modo que una forma del mito constituye una crítica deliberada de otras formas.
A medida que la religión fue desarrollándose y surgió el hinduismo, el grupo de dioses más antiguo del panteón védico (treinta y tres en muchos casos) dio paso al concepto del Trimurti, agrupación formal de Brahma con dos deidades que más adelantes serían las denominantes, Visnú y Siva. A Brahma se le considera el inventor, a Visnú el mantenedor y a Siva el destructor del cosmos. En épocas más recientes se optó por un grupo de cinco dioses (Visnú, Siva, Devi, Surya y Ganesha).