Sacrificio y conflicto.
En el pensamiento indio, el mundo no se origina mediante un acto de creación, sino mediante un acto de ordenación: el orden surge del caos, punto en el que coinciden todos los mitos cosmogónicos y las teologías formales. Sin embargo, aparte de este detalle, existe poca coherencia. Los mitos de los orígenes abarcan una larga serie de expresivas metáforas, tomadas de todas las actividades humanas, y especialmente en la literatura védica tardía tales metáforas corresponden al sacrificio de animales. En un himno, Viswakarma, "el hacedor de todo", aparece celebrando el primer sacrificio, el de la creación. En otro himno, Purusha, persona cósmica o ser primigenio, es ofrecido en sacrificio, y de su cuerpo desmembrado nacen todas las entidades del universo, desde los dioses védicos tradicionales hasta los animales y el hombre, pasando por la atmósfera, el cielo y la tierra. Sin embargo, solo se manifiesta de este modo una cuarta parte de Purusha, ya que las otras tres cuartas partes constituyen la inmortalidad en los cielos.
Estas ideas quedan reflejadas en los ritos de los sacrificios, considerados como una representación de la creación y, por consiguiente vitales para el mantenimiento del cosmos.
Después de los himnos védicos aparecen frecuentes alusiones al Germen Dorado o embrión, el huevo del mundo que flota sobre las aguas primigenias del caos, de las que emerge la primera deidad, hacedora u ordenadora del mundo. La analogía del embarazo implícita en este concepto se expresa explícitamente en diversos mitos, el más conocido de los cuales es el de Prajapati ("el señor de la progenie") quien, con el poder de su ascetismo, crea niños, entre ellos una niña, el Alba. Pero Prajapati se excita sexualemente con su hija e intenta cometer incesto con ella. Avergonzada y asustada, el Alba se transforma en cierva, Prajapati en ciervo y su semen origina los primeros hombres. En otra versión, Prajapati se aparea con el Alba bajo diversas formas de animales y crea o procrea "todas las parejas, hasta la de Hormiga".
También abundan las descripciones del Cielo y la Tierra en calidad de divinos progenitores. En algunos himnos, la diosa Aditi, ("la Ilimitada") queda en cinta de Daksha, el "arte ritual", da a luz a siete grandes dioses (llamados Adityas) y al sol, el octavo dios, que nace muerto. Después, los dioses crean el cosmos a partir del caos. Pero, al igual que Daksha nace de Aditi, este nace de Daksha, porque ambos principios son interdependientes.
Una de las deidades védicas menores es Twashtri, el carpintero o arquitecto divino, a quien algunos himnos atribuyen la creación del Cielo y la Tierra o de todas las formas. En dos himnos aparece la pregunta: ¿Cuál fue la madera, cuál fue el árbol con el que se modelaron cielo y tierra?, y en el segundo, en el que aparece Viswakarma celebrando el primer sacrificio, se añaden las imágenes del alfarero y el herrero, que se encuentran en más textos. Según otra versión, el papel cosmogónico de Twashtri es secundario: fabrica el rayo para que Indra mate a Vritra y fija así la tierra y libera las aguas. La muerte de Vritra a manos de Indra ejemplifica la creación mediante la oposición y la lucha, en las que se concede cierto grado de personalidad a las fuerzas del caos, aspecto éste un conflicto más amplio entre los Devas (los dioses benévolos con la humanidad) y los Asuras (los antidioses). En el mito sobre el batir del océano la encarnizada pugna de estos grupos se convierte en combate formalizado, en una especie de tira y afloja.