miércoles, 13 de junio de 2012

Viajes del ultratumba.

Conla y Mael Düin.

Los Viajes y Aventuras irlandesas hablan de periplos al Otro Mundo, paraje ambiguo y misterioso. Aunque sus poderes pueden mostrarse hostiles, se trata en esencia de un lugar de júbilo atemporal, de continua fiesta  y música encantada, en el que se desconocen la vejez y la muerte. Se accede a él por cuevas o lagos, o mediante encuentros casuales con sus representantes, que invitan o seducen a los mortales para que entren en una de sus moradas. Entre otros muchos nombres, se lo conoce como la Llanura de las Brumas, la Tierra de los Jóvenes y la Tierra del los Vivos y, en los Viajes aparece con frecuencia como la Tierra Prometida del Occidente, situada en el océano o allende los mares.

En la aventura de Conla, una mujer a la que sólo él ve lo llama a la Llanura del Placer. El padre de Conla, Conn el de las Cien Batallas, ordena a su druida que impida a la mujer invisible, cuya voz pueden oír todos, que se lleve a su hijo. Los cánticos del druida la alejan, pero al desaparecer le arroja a Conla una manzana, que lo mantiene durante un mes entero: rechaza cualquier otro alimento o bebida y el fruto no disminuye. A Conla le invade un fuerte deseo de ver de nuevo a la mujer, y cuando ella aparece por segunda vez le dice a Conla que pueden irse juntos en su barco de cristal  y él la sigue. Se marcha en una embarcación de cristal y no se vuelve a tener noticias de ellos.

En la travesía del barco de Mael Düin se cuenta que el héroe decide vengar la muerte de su padre, para lo cual debe viajar por mar y recibir las instrucciones de un druida sobre la construcción del navío y el número exacto de tripulantes, pero los hermanos de leche de Mael Düin violan esta última orden y llegan al barco a nado. Cuando arriban a la isla en la que vive el asesino del padre de Mael Düin se desencadena una gran  tempestad que los empuja a alta mar y dejan que el barco los lleve a donde Dios quiera. Desembarcan en treinta y una islas, todas ellas con terrores y prodigios distintos: enjambres de hormigas tan grandes como potros, una bestia con patas como las de un perro que brinca jubilosa al ver a los viajeros porque quiere comérselos a ellos y al navío y demonios que disputan carreras de caballos.

Tras múltiples aventuras, se topan con una columna de plata en cuyo extremo superior hay una red del mismo metal que se extiende hasta lo lejos. El navío atraviesa la malla y uno de los tripulantes corta un trozo para colocarlo en el altar de Armagh, si regresan a su patria. Un día, llegan a la Tierra de las Mujeres, donde, tras un banquete, cada hombre se acuesta con una mujer y Mael Düin con la reina, que invita a los visitantes a quedarse con ella para siempre, disfrutando de los placeres que acaban de probar; pero al cabo del tiempo, los compañeros de Mael Düin le convencen de que emprenda el regreso. La reina arroja un ovillo de hilo cuando levan anclas; Mael Düin lo recoge y la reina tira del extremo que el sujeta hasta que el navío vuelve a la orilla, algo que se repite tres veces. Después, Mael Düin deja que otro hombre recoja el ovillo de hilo, se se aferra a su mano, pero uno de los hombres le corta el brazo y se hacen a la mar. Tras otros encuentros prodigiosos, ven un halcón que vuela hacia el sureste, lo siguen y por fin llegan a Irlanda. Tienden el trozo de red sobre el altar de Armagh y cuentan lo que les ha sucedido.

En opinión de algunos expertos, tanto las Aventuras como los Viajes son mitos paganos con interpolaciones o detalles cristianos. Otros sostienen que los Viajes son composiciones cristianas y las Aventuras paganas, pero cada día existen más especialistas que consideran ambos alegorías cristianas.