El héroe arquetípico.
Heracles, Hércules para los romanos, fue el único héroe venerado en todo el mundo griego y el único ser humano al que se concedió la inmortalidad entre los dioses. Resume gran parte de las paradojas del heroísmo tal y como aparece en la mitología griega. Venció monstruos y luchó contra la muerte para salvar a un amigo, pero fue víctima de la lujuria y la avaricia: violó a mujeres, destruyó ciudades y en un acceso de locura asesinó a sus propios hijos. En textos griegos de época posterior se transforma en héroe filosófico que elige el camino de la virtud y se somete al sufrimiento en su búsqueda, entrando así a formar parte de la tradición cristiana.
Según el mito, Heracles fue fruto de la relación adúltera de Zeus y Alcmena, descendiente del héroe Perseo. Alcmena participó involuntariamente en el adulterio, circunstancia que podría explicar por que Hera, esposa de Zeus, descargó sus celos sobre Heracles y no sobre su madre. La diosa persiguió al héroe durante toda su vida, dando lugar a muchas de sus hazañas, como los famosos Doce Trabajos, de donde deriva la explicación más común del nombre de Heracles: "Gloria de Hera". Su valor se puso a prueba a los pocos días de nacer, cuando lo colocaron en una cuna (un escudo según ciertas versiones) junto con su hermanastro Ificles y Hera envió unas serpientes monstruosas para que los mataran, pero Heracles las estranguló.
El héroe aparece con frecuencia librando combates. Mató a Cicno, el hermano ladrón de Ares, que vivía en Tracia, y al rey de Áulide Sileo, que obligaba a los forasteros a trabajar en sus viñas y después les cortaba el cuello. Luchó contra los lapitas, raza fabulosa de Tesalia, y contra los egipcios. En éstos y otros muchos mitos se representaba a Heracles como el más grande de los luchadores, cuyas hazañas le llevaron a recorrer el mundo entero. Formó parte de la expedición de Jasón y los Argonautas y se llevó con él a Hilas, el joven que era su amante; pero un día, Hilas fue a buscar agua, le apresaron las ninfas acuáticas y Heracles pasó tanto tiempo buscándolo que el Argo levó anchas sin él.
Heracles aparece con frecuencia como esclavo de sus pasiones. La comedia griega lo presenta borracho, glotón y lascivo y, según los mitos, se acostó con las cincuenta hijas del rey Tespio en una sola noche. Fue precisamente su lujuria lo que le llevó a la muerte. Se casó con Deyanira, hija de Eneo, rey de Etolia, tras haber derrotado al dios del río Aqueloo para obtener su mano. Poco después mató al centauro Neso, que intentó violar a su flamante esposa, y mientras agonizaba le dio una poción a Deyanira que, según le aseguró, mantendría el amor de su marido eternamente. Deyanira decidió probarla cuando Heracles se enamoró de Yole, hija del rey de Écalia, Eurito, y el héroe llegó a asesinar al padre y a los hermanos de la muchacha y a saquear su ciudad para ganarla. Con la intención de recuperar el afecto de Heracles, Deyanira impregnó una camisa de su marido con la poción del centauro y se la envió; pero Neso le había mentido: en realidad, se trataba de un terrible veneno, que destrozó el cuerpo de Heracles. Afligida, Deyanira se suicidó, pero el hijo de ambos Hilo, llevó a su padre agonizante al monte Eta, donde el héroe ordenó que se construyese una pira funeraria. Heracles se tendió en la pira y le prendió fuego Filoctetes, el único de sus seguidores preparado para cumplir tan triste tarea (Por lo que el héroe, en agradecimiento, le dio su arco y sus flechas). Cuando empezó a arder la leña apareció una nube que se llevó a Heracles a los cielos entre un prodigioso despliegue de rayos y truenos. Entró en el Olimpo, reino de su padre, Zeus, donde le fue concedida la inmortalidad, se reconcilió con Hera y le dieron como esposa a Hebe, diosa de la juventud.