jueves, 31 de enero de 2013
Mis nominados son
Y mis nominados son
Premio Liebster El premio Liebster (así se llama el premio que me ha concedido el señor Christian Kell) consiste en premiar a cinco blogs favoritos, siempre y cuando estos tengan menos de 200 seguidores, y esperar q...
http://literaturasposibles.blogspot.com.es Blog encantador de cultura y medio ambiente.
http://diariodruida.blogspot.com.es Blog de noticias de literatura.
http://elblogdeleonardo.blogspot.com.es Hermoso blog de vídeos.
http://sirvemeunvermut.blogspot.com.es Interesantísimo blog de crítica.
http://imaginarteporunmomento.blogspot.com.es Mágnifico blog de experimentación artística
sábado, 26 de enero de 2013
Los embusteros.
La ruptura del orden ancestral.
En muchas zonas de Australia existen mitos sobre seres tramposos y embusteros que desencadenan acontecimientos impredecibles. Pueden ser benévolos, pero con más frecuencia subvierten el orden ancestral robando alimentos silvestres o empujando a las personas al robo o la pelea o a renegar de las obligaciones sociales. Algunos expertos sostiene que tales personajes representan un estrato primitivo de la mitología aborigen, anterior a los héroes ancestrales vinculados a la división de la sociedad en clanes.
En los Kimberleys occidentales se cuenta que una raza de embusteros conocidos como Ngandjala-Ngandjala y Wurulu-Wurulu merodean por la regiones despobladas cometiendo tropelías, como estropear las cuevas en las que los héroes ancestrales dejaron sus autorretratos cubriéndolos con sus propias pinturas. Estos embusteros se parecen mucho entre sí en el arte aborigen. Los Ngandjala-Ngandjala no son necesariamente malévolos, porque, si bien algunas personas aseguran que destrozan las cosechas, otras creen que las mejoran y maduran frutos comestibles cocinándolos. Durante la época de los monzones se los ve a veces en las nubes y las columnas de niebla que ascienden del suelo después de la lluvia señalan las fogatas en las que se cocinan las frutas. Son víctimas de otro tramposo, Unguramu, que roba raíces comestibles mientras se tuesta en las hogueras de los Ngandjala-Ngandjala, que se vengan agarrándolo por la cola y tirando de ella hasta que Unguramu les revela donde ha escondido la fruta cocinada.
Los Wurulu-Wurulu desbaratan el orden ancestral afinando palos con flores banksia, que utilizan como herramientas para extraer la miel silvestre. Cuando alguien encuentra un panal vacío, saben que por allí ha pasado un Wurulu-Wurulu.
Se asocia otro tramposo de los Kimberleys occidentales llamado Argula con la brujería. En esta región, la conducta antisocial puede castigarse pintando una pintura humana deformada en un abrigo rocoso y entonando canciones insultantes dirigidas a ella, lo que, según la creencia, provocará daños físicos en el malhechor o incluso la muerte. Se cree que, en algunos casos, estas pinturas son obra de Argula. Los aborígenes atribuyen también las pinturas rupestres del oeste de Arnhem Land, fechadas por los arqueólogos en una época anterior al ascenso del nivel del mar provocado por la última glaciación, a una clase de tramposos denominados mimi. Las figuras gráciles y ágiles que aparecen en las pinturas representan a estos seres que viven en grietas de las escarpadas Arnhem Land. Los mimi se encolerizaban si les coge desprevenidos la presencia de una persona desconocida, y para evitar el enfrentamiento con ellos, quienes forrajean por la región rocosa les gritan para advertirles de que se aproximan seres humanos. Los mimi castigan a las personas que aparecen de improviso provocándoles enfermedades, pero por lo demás sueles ser benévolos: enseñaron a la humanidad las artes de la caza, por ejemplo. Si embargo, si un cazador se topa con un ualabí que actúa como si estuviera domesticado debe dejar en paz al animal, pues podría ser una mascota de los mimi, que matan a quienes le hacen daño.
Otra figura de tramposos tienen un carácter más siniestro y resultan especialmente terribles: los Namorodo del oeste de Arnhem Land, tan delgados que consisten únicamente en piel y huesos unidos por nervios. Viajan de noche, haciendo un ruido siseante al volar por los aires, y pueden matar con una de sus uñas a cualquiera que oigan. Son especialmente vulnerables los enfermos y heridos. Si los Namorodo capturan el espíritu de un muerto, no podrá reunirse con los antepasados totémicos y se convertirá en un ser maligno que errará por los páramos. Los Namorodo están asociados con las estrellas fugaces y, en las pinturas sobre corteza, con brujería.
En muchas zonas de Australia existen mitos sobre seres tramposos y embusteros que desencadenan acontecimientos impredecibles. Pueden ser benévolos, pero con más frecuencia subvierten el orden ancestral robando alimentos silvestres o empujando a las personas al robo o la pelea o a renegar de las obligaciones sociales. Algunos expertos sostiene que tales personajes representan un estrato primitivo de la mitología aborigen, anterior a los héroes ancestrales vinculados a la división de la sociedad en clanes.
En los Kimberleys occidentales se cuenta que una raza de embusteros conocidos como Ngandjala-Ngandjala y Wurulu-Wurulu merodean por la regiones despobladas cometiendo tropelías, como estropear las cuevas en las que los héroes ancestrales dejaron sus autorretratos cubriéndolos con sus propias pinturas. Estos embusteros se parecen mucho entre sí en el arte aborigen. Los Ngandjala-Ngandjala no son necesariamente malévolos, porque, si bien algunas personas aseguran que destrozan las cosechas, otras creen que las mejoran y maduran frutos comestibles cocinándolos. Durante la época de los monzones se los ve a veces en las nubes y las columnas de niebla que ascienden del suelo después de la lluvia señalan las fogatas en las que se cocinan las frutas. Son víctimas de otro tramposo, Unguramu, que roba raíces comestibles mientras se tuesta en las hogueras de los Ngandjala-Ngandjala, que se vengan agarrándolo por la cola y tirando de ella hasta que Unguramu les revela donde ha escondido la fruta cocinada.
Los Wurulu-Wurulu desbaratan el orden ancestral afinando palos con flores banksia, que utilizan como herramientas para extraer la miel silvestre. Cuando alguien encuentra un panal vacío, saben que por allí ha pasado un Wurulu-Wurulu.
Se asocia otro tramposo de los Kimberleys occidentales llamado Argula con la brujería. En esta región, la conducta antisocial puede castigarse pintando una pintura humana deformada en un abrigo rocoso y entonando canciones insultantes dirigidas a ella, lo que, según la creencia, provocará daños físicos en el malhechor o incluso la muerte. Se cree que, en algunos casos, estas pinturas son obra de Argula. Los aborígenes atribuyen también las pinturas rupestres del oeste de Arnhem Land, fechadas por los arqueólogos en una época anterior al ascenso del nivel del mar provocado por la última glaciación, a una clase de tramposos denominados mimi. Las figuras gráciles y ágiles que aparecen en las pinturas representan a estos seres que viven en grietas de las escarpadas Arnhem Land. Los mimi se encolerizaban si les coge desprevenidos la presencia de una persona desconocida, y para evitar el enfrentamiento con ellos, quienes forrajean por la región rocosa les gritan para advertirles de que se aproximan seres humanos. Los mimi castigan a las personas que aparecen de improviso provocándoles enfermedades, pero por lo demás sueles ser benévolos: enseñaron a la humanidad las artes de la caza, por ejemplo. Si embargo, si un cazador se topa con un ualabí que actúa como si estuviera domesticado debe dejar en paz al animal, pues podría ser una mascota de los mimi, que matan a quienes le hacen daño.
Otra figura de tramposos tienen un carácter más siniestro y resultan especialmente terribles: los Namorodo del oeste de Arnhem Land, tan delgados que consisten únicamente en piel y huesos unidos por nervios. Viajan de noche, haciendo un ruido siseante al volar por los aires, y pueden matar con una de sus uñas a cualquiera que oigan. Son especialmente vulnerables los enfermos y heridos. Si los Namorodo capturan el espíritu de un muerto, no podrá reunirse con los antepasados totémicos y se convertirá en un ser maligno que errará por los páramos. Los Namorodo están asociados con las estrellas fugaces y, en las pinturas sobre corteza, con brujería.
jueves, 24 de enero de 2013
Wodoy y Djunggun.
Este mito de los Kimberleys occidentales tiene un paralelismo en los mitos de la tierras bajas suramericanas sobre lo crudo y lo cocinado, interpretados por el antropólogo francés Claude Leví-Strauss, según el cual cocinar la miel constituye una metáfora del incesto (cierta clase de abeja de Suramérica fabrican una miel tan dulce que quienes la toman no saben si saborean un manjar o si se queman con el fuego del amor).
En la antigüedad no se hacían distinciones entre generaciones ni familias y las relaciones incestuosas eran algo cotidiano. Un hombre llamado Djunggun y otro llamado Wodoy establecieron la forma ortodoxa del matrimonio, distinguiendo entre esposa y hermana. Intercambiaron tallas sagradas de madera y dijeron : "Casémonos, tu con mi hija y yo con la tuya, y así nos respetaremos mutuamente." (En los Kimberleys y hasta el día de hoy, se establecen vínculos entre los clanes intercambiando tallas de madera, ocre, rojo, plumas de loro y mujeres como esposas.) Djunggun recogió miel silvestre, la envolvió en una azucarera y la coció en un foso, Wodoy se quedó pasmado ante la estupidez de Djunggun, porque sabía que la miel sabía mejor cruda, pero era demasiado tarde, la miel ya estaba cocida. Wodoy la probó y pensó que se había estropeado.
Djunggun era tan codicioso como estúpido y decidió guardar a su hija para sí; Wodoy le arrancó la cabeza con un palo, después de lo cual ningún hombre se casó con su hermana. Wodoy y Djunggun se transformaron en aves, en especies distintas de chotacabras.

Djunggun era tan codicioso como estúpido y decidió guardar a su hija para sí; Wodoy le arrancó la cabeza con un palo, después de lo cual ningún hombre se casó con su hermana. Wodoy y Djunggun se transformaron en aves, en especies distintas de chotacabras.
martes, 22 de enero de 2013
Orígenes del matrimonio.
Las comunidades aborígenes suelen estar divididas en dos mitades, cada una de ellas asociada con uno de los protagonistas mito original del matrimonio, como el Halcón o el Cuervo. Una persona solo puede casarse con un miembro del grupo opuesto y los hijos pertenecen al grupo del padre (en los Kimberleys) o al de la madre (en el sureste)
lunes, 21 de enero de 2013
Mitos funerarios de los tiwi.
Los tiwi destacan por sus postes funerarios que, según la creencia, empezaron a erigirse tras el enfrentamiento entre Purukupali y Tjapara.
Cuando muere un tiwi se le entierra inmediatamente, pero el rito funerario se pospone varios meses, hasta que remite el duelo de los familiares. En el funeral, o ceremonia pukimani se erigen postes de vivos colores para señalar la tumba y su número varía según la edad y la posición del difunto. De forma un tanto vaga los postes simbolizan el vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Cuando muere un tiwi se le entierra inmediatamente, pero el rito funerario se pospone varios meses, hasta que remite el duelo de los familiares. En el funeral, o ceremonia pukimani se erigen postes de vivos colores para señalar la tumba y su número varía según la edad y la posición del difunto. De forma un tanto vaga los postes simbolizan el vínculo entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
martes, 15 de enero de 2013
Muerte y duelo.
Los orígenes de la muerte.
Los mitos aborígenes tratan la muerte como una consecuencia de los errores humanos. No era inevitable, y los heroicos seres ancestrales del Periodo de Creación tuvieron la oportunidad de vivir eternamente; pero a causa del odio, la estupidez o la codicia, el don de la inmortalidad se escapó de las manos de la humanidad y sólo lo conservaron la luna, que crece y mengua todos los meses, y el cangrejo, que se deshace del caparazón viejo y se cubre con otro nuevo.
Según los worora de los Kimberleys occidentales, un tal Widjingara fue la primera persona que murió, en una batalla contra unos wandjinas. querían raptar a una mujer que estaba prometida en matrimonio a otro hombre y Widjingara lucho para que se respetaran las reglas matrimoniales instituidas por Wodoy y Djunggub. Depositaron su cuerpo en un ataúd de corteza, y su esposa, la Pitón de Cabeza Negra, inició el duelo: se afeitó el pelo y se frotó el cuerpo y la cabeza con cenizas, inaugurando así la tradicional forma aborigen de mostrar duelo.
Como Widjingara regresó de la tumba, con un cuerpo renovado, la Pitón de Cabeza Negra se enfadó "¿Por qué has vuelto?" preguntó. "¡Mírame! ¡Yo que me había afeitado la cabeza y la había ennegrecido con cenizas¡" Enfurecido a su vez por la mala acogida de su esposa, Widjingara regresó indignado a la tumba y más adelantes se transformó en el gato nativo (dasyurus), marsupial nocturno australiano semejante al gato domestico. Desde entonces se perdió la posibilidad de rejuvenecer: todos tenemos que morir, y la pitón parece guardar luto continuamente. Hasta que la interrumpieron los misioneros a principios del siglo XX, los worora tenían la costumbre de tender los cadáveres sobre una plataforma funeraria hasta que se pudría la carne y se colocaban los huesos en una cueva, en la región natal del difunto. Si la plataforma no se construía con sumo cuidado, el gato nativo, transformación viviente de Widjingara, podía cebarse en el cadáver.
Para los murinbata, que viven al noroeste del Distrito del Río Victoria, se cuenta que el Cuervo y el Cangrejo discutieron un día sobre el mejor modo de morir. El Cangrejo dijo que el conocía un sistema muy bueno y le pidió que esperase en su campamento a que él volviera. Encontró un agujero en el suelo, se libró de su viejo caparazón todo arrugado y se metió en el hoyo a esperar a que se formase uno nuevo. El cuervo se impacientó y al cabo de cierto tiempo fue a ver que ocurría. Cuando el Cangrejo lo vio asomado al agujero le dijo que esperase un poco más y cuando volvió al campamento con el caparazón nuevo, el Cuervo exclamó: "¡Así se tarda mucho!. Yo conozco un método más rápido de morirse." E inmediatamente puso los ojos en blanco y cayó hacia atrás. "¡Pobre Cuervo!, dijo el Cangrejo. Cogió agua y salpicó al ave, pero no logro revivirla, porque estaba muerta. Lo murinbata comparan los tipos de muerte elegidos por el Cuervo y el Cangrejo con las danzas escogidas por dos bailarines en un baile secular, en la que cada uno decide por la que le resulta más conveniente, del mismo modo que las personas prefieren morir como el Cuervo.
Encontramos otro mito sobre el origen de la muerte entre los tiwi de las islas Melville y de Barhurst situadas frente a la costa del Territorio septentrional. Aunque a solo 25 kilómetros del continente, se cree que los tiwi se han mantenido aislados de las demás sociedades aborígenes durante milenios. Según su mito, las islas estaban habitadas por los hijos de una anciana ciega, Mudungkala, y su hijo, Purukupali, se casó mas adelante (no esta claro de donde procedía su esposa) y engendró un niño. Compartía el campamento con Tjapara, el Hombre de la Luna, que estaba soltero y empeñado en seducir a la esposa de Purukupali. Un día muy caluroso se internó con ella en el bosque, dejando al hijo de Purukupali dormido a la sombra de un árbol. El sol se movió por el cielo, el niño quedó expuesto a sus fuerte rayos y murió. Purukupali se enfadó terriblemente y declaró que a partir de entonces todos debían morir. Tjapara le suplicó que le permitiese llevarse el cuerpo del muchacho tres días y le devolvería la vida. Purukupali se negó y tras una pelea con Tjapara cogió el cadáver y se adentró en el mar, dejando un gran remolino en el punto en que se hundió. Tjapara se transformó en luna y ascendió al cielo, aún con las cicatrices que le había hecho Purukupali al luchar por el cadáver. Los demás habitantes originales de la isla se reunieron para celebrar la primera ceremonia mortuoria y prepararon los grandes postes ornamentados que se emplean actualmente en los funerales de los tiwi.
Numerosos mitos aborígenes sobre los orígenes presentan a los primeros seres como creaciones o hijos de un sólo progenitor, que los hace hermanos y hermanas, y ofrecían explicaciones muy diversas para el matrimonio y la procreación de futuras generaciones una vez perdida la inmortalidad. En algunos casos, parece como si los hermanos hubieran podido emparejarse literalmente entre si en aquella época, debido a que el incesto es una invención posterior. En otros mitos, el héroe o heroína primordiales copulan con otro ser primordial cuyos orígenes quedan sin aclarar, como la esposa de Purukupali, por ejemplo. En tales casos no se considera necesario explicar la existencia de más de un ser primigenio, porque se cree que el mito se desarrolla en un mundo de continuos cambios, y por consiguiente, no sometido a las convenciones del mundo actual.
Los mitos aborígenes tratan la muerte como una consecuencia de los errores humanos. No era inevitable, y los heroicos seres ancestrales del Periodo de Creación tuvieron la oportunidad de vivir eternamente; pero a causa del odio, la estupidez o la codicia, el don de la inmortalidad se escapó de las manos de la humanidad y sólo lo conservaron la luna, que crece y mengua todos los meses, y el cangrejo, que se deshace del caparazón viejo y se cubre con otro nuevo.

Como Widjingara regresó de la tumba, con un cuerpo renovado, la Pitón de Cabeza Negra se enfadó "¿Por qué has vuelto?" preguntó. "¡Mírame! ¡Yo que me había afeitado la cabeza y la había ennegrecido con cenizas¡" Enfurecido a su vez por la mala acogida de su esposa, Widjingara regresó indignado a la tumba y más adelantes se transformó en el gato nativo (dasyurus), marsupial nocturno australiano semejante al gato domestico. Desde entonces se perdió la posibilidad de rejuvenecer: todos tenemos que morir, y la pitón parece guardar luto continuamente. Hasta que la interrumpieron los misioneros a principios del siglo XX, los worora tenían la costumbre de tender los cadáveres sobre una plataforma funeraria hasta que se pudría la carne y se colocaban los huesos en una cueva, en la región natal del difunto. Si la plataforma no se construía con sumo cuidado, el gato nativo, transformación viviente de Widjingara, podía cebarse en el cadáver.
Para los murinbata, que viven al noroeste del Distrito del Río Victoria, se cuenta que el Cuervo y el Cangrejo discutieron un día sobre el mejor modo de morir. El Cangrejo dijo que el conocía un sistema muy bueno y le pidió que esperase en su campamento a que él volviera. Encontró un agujero en el suelo, se libró de su viejo caparazón todo arrugado y se metió en el hoyo a esperar a que se formase uno nuevo. El cuervo se impacientó y al cabo de cierto tiempo fue a ver que ocurría. Cuando el Cangrejo lo vio asomado al agujero le dijo que esperase un poco más y cuando volvió al campamento con el caparazón nuevo, el Cuervo exclamó: "¡Así se tarda mucho!. Yo conozco un método más rápido de morirse." E inmediatamente puso los ojos en blanco y cayó hacia atrás. "¡Pobre Cuervo!, dijo el Cangrejo. Cogió agua y salpicó al ave, pero no logro revivirla, porque estaba muerta. Lo murinbata comparan los tipos de muerte elegidos por el Cuervo y el Cangrejo con las danzas escogidas por dos bailarines en un baile secular, en la que cada uno decide por la que le resulta más conveniente, del mismo modo que las personas prefieren morir como el Cuervo.

Numerosos mitos aborígenes sobre los orígenes presentan a los primeros seres como creaciones o hijos de un sólo progenitor, que los hace hermanos y hermanas, y ofrecían explicaciones muy diversas para el matrimonio y la procreación de futuras generaciones una vez perdida la inmortalidad. En algunos casos, parece como si los hermanos hubieran podido emparejarse literalmente entre si en aquella época, debido a que el incesto es una invención posterior. En otros mitos, el héroe o heroína primordiales copulan con otro ser primordial cuyos orígenes quedan sin aclarar, como la esposa de Purukupali, por ejemplo. En tales casos no se considera necesario explicar la existencia de más de un ser primigenio, porque se cree que el mito se desarrolla en un mundo de continuos cambios, y por consiguiente, no sometido a las convenciones del mundo actual.
sábado, 12 de enero de 2013
Revivir el mito Wawilak.
En la ceremonia de iniciación de los adolescentes yolngu se recreo el episodio en el que la serpiente se traga a las hermanas Wawilak, y cada etapa del ritual, que simboliza la muerte antes del renacimiento como adulto, va acompañada de cantos que describen con gran detalle la parte correspondiente del mito. Los cantos integran un ciclo que abarca centenares de versos que se recitan durante la ceremonia.
Las mujeres yolngu adoptan el papel de las hermanas viajeras y los cantos conmemoran lo ocurrido en cada punto destacado del viaje, como charcas y rocas.
Más adelante, los hombres adoptan el papel de la serpiente: se "tragan" a los muchachos y los recluyen en el recinto sagrado de iniciación, al que las mujeres tienen la entrada prohibida. Cuando los muchachos regresan se creen que la serpiente los ha "regurgitado".
Si bien el relato de las hermanas Wawilak ha sido objeto de amplios estudios antropológicos, se trata tan sólo de uno de los múltiples mitos de gran importancia espiritual y ritual para los yolngu.
Las mujeres yolngu adoptan el papel de las hermanas viajeras y los cantos conmemoran lo ocurrido en cada punto destacado del viaje, como charcas y rocas.
Más adelante, los hombres adoptan el papel de la serpiente: se "tragan" a los muchachos y los recluyen en el recinto sagrado de iniciación, al que las mujeres tienen la entrada prohibida. Cuando los muchachos regresan se creen que la serpiente los ha "regurgitado".
Si bien el relato de las hermanas Wawilak ha sido objeto de amplios estudios antropológicos, se trata tan sólo de uno de los múltiples mitos de gran importancia espiritual y ritual para los yolngu.
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