martes, 11 de septiembre de 2012

Dioses primitivos y perdidos.

Fragmentos de mitos septentrionales.


Entre los primitivos vestigios de la mitología de la Europa septentrional destaca un grabado sobre roca de la Edad de Bronce en el que aparece una figura con con una lanza, que quizás se transformara en Tiwaz, dios germánico identificado con Marte, dios de la guerra romano, pero vinculado asimismo con la legislación. Podría tratarse también de la deidad a la que Tácito denomina "dios y gobernante de todo", venerada en bosques sagrados. Quienes se internaban en ellos tenían que ser atados, idea vinculada al Tyr escandinavo, forma posterior de Tiwaz, célebre por haber atado al lobo.

Se identifica a Donar, dios del trueno asociado a los grandes robledales del norte de Europa, con los romanos Júpiter y Hércules, y tenía como símbolo el hacha, que representaba la potencia del rayo.

En la literatura anglosajona hallamos trazas de mitos sobre un joven dios que sale del mar para repartir bendiciones. Al igual que la Tiwaz, el mar se asocia con la fertilidad, y el barco era uno de los principales símbolos de las deidades de la fertilidad. En Dinamarca había una poderosa diosa, Nerthus, y en los Países Bajos otra diosa de la costa del mar del Norte llamanda Nehalennia, así como una reina de los cielos y un consorte de la diosa del cielo, Frea. En numerosas estelas de épocas romanas de regiones germánicas y céticas aparecen grupos de deidades femeninas conocidas como Madres (frecuentemente en triadas), muchas de ellas con niños, probablemente, las mujeres se encomendaban a tales diosas en el parto y les pedían ayuda para la crianza. Otro símbolo de las deidades de la fertilidad era el jabalí, utilizada asimismo como conjuro en la guerra.

Una importante deidad primitiva era Wodan, identificado con el romano Mercurio, que daban buena suerte en combate. En algunos casos  se le presentaba como un guerrero a caballo pero se trata de una figura siniestra, que condenaba a sus seguidores a la derrota y la muerte y a quienes se sacrificaban hombres, ahorcándolos. Si bien servía de guía para los infiernos (al igual que Mercurio), también se le asociaba con el cielo y su símbolo era el águila, además del cuervo y el lobo, animales relacionados con el campo de batalla. Se le vincula con la adivinación, los símbolos rúnicos y el don del éxtasis, pues inspiraba a guerreros y a poetas. Antepasado de los reyes, les concedía los favores de los que dependía un buen reinado. Al igual que Tiwaz, poseía una lanza y el poder de atar y desatar mediante su conocimiento de sus conjuros de guerra.