miércoles, 21 de marzo de 2012

Dioniso.

El dios del vino y de los estados alterados.

Los antiguos griegos creían que cuando las personas estaban borrachas, actuaban o se sumían en un estado de éxtasis religioso, se encontraban en los dominios del dios Dioniso, que presidía la ilusión y los estados alterados  de la conciencia. El dios aparecía con frecuencia disfrazado, de animal, por ejemplo (por lo general un león o un toro), o de ser humano (hombre o mujer), razón por la que en ocasiones resultaba difícil reconocerle y definirle. Aunque participó en la batalla contra los Titanes, se le representa en muchos casos con aspecto afeminado y ridículo, Eurípides lo califica de "sumamente dulce y sumamente terrible".

También conocido como Baco, Dioniso es el dios del vino en todos sus aspectos. El vino fue siempre una bebida sagrada en Grecia y su consumo constituía un rito: desempeñaba un papel importante en la mayoría de las celebraciones religiosas y había fiestas que señalaba la vendimia y la apertura de nuevos barriles, actividades presididas por Dioniso. Era objeto de un culto místico a cuyos iniciados se les prometía una vida de ultratumba de fiestas y consumo de alcohol ininterrumpidos. Según ciertos relato, muy famoso, Dioniso resucitó , circunstancia que explica uno de sus epítetos rituales, "el dos veces nacido". Zeus y Perséfone tuvieron un hijo llamado Zagreo (otro de los nombres de Dioniso). Celosa Hera instó a los Titanes a que devorasen a la criatura, pero Atenea salvó su corazón y regresó con Zeus. A continuación Sémele, amante de Zeus e hija de Cadmo, rey de Tebas, lo llevó en su seno y cuando murió, Zeus rescató al nonato y se lo cosió a su propio muslo, de donde nació. Por eso Dioniso es el único dios del Olimpo de ascendencia en parte mortal. El lugar exacto en el que nació seguía siendo tema de debate en la época de Homero, en la que se situaba en diversos puntos: la isla de Cos, la isla de Ícaro, junto al río Alfeo, en Elis y  Tebas. Tras su nacimiento, Zeus confió a Dioniso al cuidado de las ninfas de Nisa, montaña de situación desconocida que a veces se ubica en Egipto.

Aunque deidad antigua, Dioniso aparecía en ocasiones como un recién llegado que viajó por el mundo concediendo dones a los mortales, exigiendo reconocimiento y castigando a quienes no lo aceptaban. Se enfrentó a una fuerte oposición en el  transcurso de sus viajes, que, según ciertas versiones, comenzaron "por oriente". Huyendo del rey de Tracia, Licurgo, el dios se arrojó al mar para refugiarse con Tetis, que había sido consorte de Zeus, y los seguidores de Dioniso cegaron y despedazaron a Licurgo. En Argos, las hijas de Proteo se negaron a  acoger al dios, quien las enloqueció en castigo. En Orcomenos, las hijas de Minias se negaron a adoptar a la nueva deidad y se quedaron en casa, tejiendo. Dioniso adoptó la forma de una muchacha para aconsejarlas que cambiaran de aptitud, pero en vano, y también ellas se  volvieron locas. En Atenas, en la época del rey Pandión, Dioniso fue recibido por Icario y en señal de agradecimiento regaló el vino a la ciudad, los atenienses pensaron que les habían envenenado, se revelaron contra Icario y lo mataron. Erígone, la hija del rey, encontró su cadáver y, transida de dolor, se ahorcó, tras la cual la peste asoló Atenas y remitió cuando se estableció una festividad en honor de Erígone y de Icario.

Uno de los relatos más pintorescos cuenta la captura del dios por unos piratas: trataron de atarlo, pero los nudos se deshacían continuamente. Como no querían soltarlo, Dioniso obró una serie de prodigios que los dejó pasmados. Hizo que un vino delicioso fluyera alrededor del barco y que sobre él crecieran vides e hiedra; después se transformó en fiero león, los marineros saltaron al mar, aterrorizados y se convirtieron en delfines.

Se representa a Dioniso en forma de joven y de adulto barbado, a veces con sátiros y ménades, sus seguidores, y presidiendo alguna celebración con una copa de vino.