Hanuman no tenía lujuria. Su ira no era de la variedad
comparable al fuego. Para buscar a Sita, Hanumán tuvo que entrar en la
residencia de las mujeres en el palacio de Ravana para mirarles el rostro
cuando estuviesen durmiendo, y comparar sus rasgos con la descripción que Rama
había hecho de Sita. Él se sentía muy culpable de tener que pasar por esta
terrible experiencia y hasta consideró la posibilidad de! suicidio porque
estaría demasiado avergonzado para presentarse ante Rama después de esta
experiencia. Pero, consolándose al saber que después de todo estaba obedeciendo
una orden de Rama, regresó para continuar la búsqueda. Consideraba a cada una
de las mujeres como su propia madre, así que buscó dónde estaba su madre, no
dónde estaba Sita.
Con motivo de la coronación de Sr¡ Rama en Ayodhya, se les
dio regalos a los ministros y visitantes distinguidos, y a los colaboradores y
compañeros de Rama: Vibhishana, Sugriva, Jambavan, Nala, Nila, A
Hanuman no se le dio ninguno. Al observar esto, Sita, que era quien más se
había beneficiado por su generosidad y heroísmo, su devoción y dedicación, se
sintió dolorida.
Ella le comunicó sus sentimientos a Rama, que estaba a su
lado en su trono. Rama le dijo que ella podía darle cualquier regalo que
quisiese. Entonces ella se quitó su bello collar de perlas y lo colocó en manos
de Hanumán. Inmediatamente, Hanumán separó las perlas y poniéndolas una a una
entre sus dientes las mordió y las escupió con repugnancia. Sita se llenó de
ira. Ella le susurró a Rama que Hanumán sólo podía ser un simple mono. Cuando
le preguntaron a él, Hanumán dijo: "Sólo estaba tratando de examinar para
ver si estas perlas tenían a Rama dentro; no pude encontrar a Rama en ninguna
de ellas así que las tiré. Si una cosa no tiene a Rama en ella, para mí es algo
sin valor, como una piedra".