Monarquía y sucesión.
A partir de 1928, en las escavaciones del yacimiento de Ugarit (la actual Ras Shamra), al norte de Siria, se han descubierto numerosas tablillas con textos poéticos míticos que proporcionan testimonios de primera mano de la religión de los cananeos, tema sobre el que se sabía relativamente poco hasta entonces. Los textos se han fechado entre 1400 y 1350 a. C., aproximadamente, pero los mitos que contienen pertenecen a una época muy anterior: son creaciones de generaciones de cantores populares u oficiales, y algunos desempeñan un papel en la liturgia de los templos. Los mitos y las leyendas ugaríticas muestran muchos rasgos comunes con los mesopotámicos, pero también poseen características distintas.
Dos textos tratan sobre importantes aspectos de la sociedad cananea. El primero es la leyenda del rey Keret, que comienza con los lamentos del rey por la perdida sucesiva de sus siete esposas, hecho que destruye sus esperanzas de tener un heredero. El dios supremo El se le aparece en sueños y le ordena que invada un reino vecino y se case con Huray, la hija de su rey. Keret parte, tras haber prometido ofrecer a Asherah, diosa de la fertilidad, el peso de Huray en oro y plata si triunfa en su empresa. Consigue su objetivo, y al regresar, El le bendice y le promete que Huray le dará ocho hijos, al mayor de los cuales amamantaran Asherah y Anat. Los niños nacen en el transcurso de siete años, pero después resulta que Keret no ha cumplido su juramento a Asherah. El rey cae gravemente enfermo, no puede administrar justicia y la fertilidad de los campos disminuye. Se celebra una ceremonia en el palacio de Baal para que sobrevengan las lluvias, tras lo cual Keret recupera la salud y el trono y sofoca la tentativa de uno de sus hijos de destronarle. El relato proporciona numerosos datos sobre el concepto de monarquía tal y como se entendía en el antiguo Oriente Próximo. Se consideraba al rey una figura sagrada, el canal de las bendiciones que llevaba orden y fertilidad a la tierra y la sociedad, y sus súbditos sufrían o prosperaban al unísono con él.
La leyenda de Ahat presenta puntos semejantes. El patriarca Daniel (el mismo nombre de la Biblia) no tiene descendencia, pero a instancias de Baal, El le promete un hijo, Ahat. Cuando crece un artesano divino le da un arco y unas flechas. La diosa Anat los codícia e intenta convencer a Ahat de que renuncie a ellos, pero él se niega y la diosa envía a su sirviente Yatpan para matarle, pero el arco se rompe en la lucha y el intento se va a pique. Después Baal retiene las lluvias y no hay cosechas. Daniel busca los restos de Ahat, los encuentra, los entierra en el panteón familiar y celebra ceremonias durante siete días.
No se conserva el final del mito, pero en opinión unánime de los expertos, narra la resurrección de Ahat, la vuelta de la fertilidad al país y quizás la recuperación del arco. Tras el relato bien podría ocultarse el mito original que explicaría la sequía estival y su fin, simbolizados por la muerte y resurrección de Ahat, mientras que el arco podría representar la constelación de Orión, cuyo nacimiento y ocaso coinciden al comienzo y final de la estación seca.
Existen otros dos mitos, en esencia teogonías, es decir, narraciones sobre el nacimiento de los dioses. Uno cuenta que El mantiene relaciones sexuales con dos mujeres, que probablemente representan a las diosas Asherah y Anat, y primero es padre de dos divinidades, Shachar ("Alba") y Shalim ("Crepúsculo") y después del resto de la deidades ugaríticas.
En el segundo mito se habla de los preparativos para la boda de la luna Yarik, con la diosa de la luna, Nikkal, en el transcurso de los cuales se convoca a las kotharat, las comadronas divinas, para que asistan al nacimiento de un hijo.