Seres de los bosques, licántropos y vampiros.
La vila tiene con frecuencia buena disposición hacia los mortales, pero los demás espíritus que habitan en las inmediaciones de las casas en las creencias eslavas son capaces, en el mejor de los casos, de gastarles bromas pesadas, y en el peor, de actuar con abierta hostilidad. Entre los eslavos orientales, el más temibles es el leshii o espíritu de los bosques, señor de la espesura y guardián de los animales que viven en ella. En 1859 se atribuyó una gran migración de ardillas por los Urales a los espíritus siberianos de los bosques, que, tras haber perdido una partida de cartas con los espíritus de la Rusia Blanca, les entregaron a sus animales para pagar la deuda de juego. De carácter antropomórfico, el leshii se presenta en forma de campesino, de tamaño variable, según el hábitat: desde la altura del árbol mas alto hasta la de una brizna de hierba. Posee el poder de metamorfosearse en diversos animales, pero, con el fin de engañar, puede adoptar la forma de un pariente. La desgracia caía sobre el campesino que no tomaba precauciones al internarse en el bosque, sobre todo en determinados días, rezando una oración para protegerse o volviendo sus ropas del revés. El leshii hacía que se perdieran las personas, llevándolas a veces hasta el borde mismo de un precipicio, y se apoderaban de muchachas y niños, por lo general después de que una mujer le dijera impaciente a su hijo: "Ojala te llevase el leshii".
Aún se mantiene la creencia en los espíritus del bosque en remotas comarcas de Rusia, mientras que la idea de un espíritu del agua masculino y terrible lleva más de un siglo en declive. El vodianoi se distingue de la rusalka no solo por ser varón, sino por ser feo, cubierto de limo, velludo y con garras o hinchado y blando, y le encanta ahogar a quienes le han ofendido. E una aldea del sur de Rusia se contaba que había un campesino que se sumergía en un profundo hoyo lleno de agua, en que supuestamente vivía el vodianoi, para pescar carpas. Tras numerosas capturas, un día se jactó de poder atrapar al espíritu de las aguas y se ahogó.
Desde la antigüedad, todos los eslavos han creído en la existencia de los hombres-lobo (licantropía), creencia que con el tiempo se mezcló con la idea del vampiro. En los campos sérbios y bósnios sobre Zmaj Ogn jeni Vuj (el Fiero Lobo Dragón) se relaciona a un héroe licántropo con un monarca del siglo XV, el déspota Vuk, al que se representaba con una mancha de nacimiento (roja hasta el hombro del brazo con el que empuña la espada o en forma de sable), con mechones de pelo de lobo y escupiendo fuego.Crece con prodigiosa rapidez, y se hace guerrero, el único capaz de vencer al dragón, que quizá fuera quien lo engendró.