El cosmos de tres niveles
El panteón maya resulta sumamente complejo debido a los múltiples aspectos y títulos que podían adoptar sus deidades. Cada dios se asociaba, mediante el color, con los cuatro puntos cardinales, muchos de ellos tienen un equivalente del sexo opuesto y algunos poseían además manifestaciones infernales. Se concebían tres niveles en el universo que habitaban: un inframundo de nueve estratos (Xibalba), un mundo intermedio habitado por los seres humanos y un mundo superior, celestial, sostenido por cuatro dioses, los Bacabs. Estos tres niveles estaban conectados por el axis mundi, un gran árbol ceiba por el que podían viajar las almas de los muertos y los dioses.
Al igual que en muchas civilizaciones de Mesoamérica, los mayas creían que el mundo natural estaba impregnado de esencia espiritual, que los dioses o los espíritus se manifestaban en las montañas, los ríos y el cielo, y que también podían encarnarse en la sangre, el maíz y el nenúfar. Pero resultaba más fácil identificar a la mayoría de las deidades en su aspecto antropomórfico o zoomórfico. El principal dios del panteón maya era Itzamna, "Casa del Lagarto", considerado supremo dios creador y protector de la escritura y del aprendizaje y normalmente representado como un anciano con prominente nariz romana. Su consorte era Ix Chel, "Señora del Arco Iris", diosa de la medicina, del tejido y los partos y posiblemente también de la Luna. El dios del sol Ahau Kin, podía aparecer con aspecto de joven o de viejo y viajaba por los infiernos en la forma del dios jaguar entre la salida y la puesta del sol.