martes, 8 de enero de 2013

Australia.

En la actualidad se cree que Australia está habitada desde hace al menos 50.000 años y que los antepasados de los aborígenes de hoy en día llegaron en embarcaciones desde el sureste asiático durante la última glaciación. Lo más probable es que las aguas cubrieran los asentamientos temporales del norte a consecuencia de la consiguiente subida del nivel del mar.

Hasta que empezó la colonización europea, a finales del siglo XVIII, los habitantes de Australia se dedicaban casi exclusivamente a la recolección y la caza. La sociedad aborigen era igualitaria, estaba descentralizada y dividida en clanes independientes, cada uno de ellos integrados por entre 50 y 500 individuos relacionados por antepasados comunes, sistema que se mantiene en el interior y, modificado, en la ciudades.

Si bien vinculado a una extensión de tierra sobre la que tenía derechos y privilegios, un clan solía unir fuerzas con sus vecinos para cubrir zonas más amplias. Los clanes dependían del acceso a la tierra de los demás para explotar la abundancia temporal o estacional de alimentos y los matrimonios mixtos contribuían a fortalecer los lazos entre ellos. Un mosaico de elementos míticos comunes a diferentes clanes refleja esta independencia económica y social.

A pesar de tales interrelaciones no existen mitos individuales que se cuenten en todo el continente. Por lo general, un relato habla de las aventuras de un héroe cultural ancestral que viaja por la tierra de un clan concreto. El clan vecino cuenta lo que esta figura hizo en su región, y así sucesivamente, en una cadena de mitos que puede abarcar centenares de kilómetros. Es muy improbable que un clan sepa dónde comenzó o terminó el periplo del héroe, por ejemplo, hasta que los habitantes del centro de Australia fueron a Port Augusta conduciendo ganado no descubrieron que fue allí donde acabaron las Siete Hermanas. Según cierta teoría, los caminos seguidos por estos héroes representan las rutas por las que se propagaron los cultos religiosos.